Es sencillamente inaceptable. Inisible, que por falta de pago del Gobierno Nacional, una capital de departamento se quede sin servicio de energía eléctrica. Pero así sucedió.
En medio de su angustia, unos 45.000 habitantes de Puerto Carreño empezaron a clamar por ayuda para evitar que llegara la noche sin energía, pero nada hicieron en el alto Gobierno la primera noche para evitarlo. Y fue una noche infernal. La capital apagada. Las elevadas temperaturas. Los alimentos y víveres pudriéndose sin refrigeración. El comercio cerrado. Las pérdidas millonarias. La angustia por la salud. Niños y ancianos sufriendo por el calor. En fin.
¿Por qué sucedió esto?
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En la antesala de la noche de pesadilla, esa tarde, el primer mensaje que recibí del gobernador Alex Benito parecía una exageración. Me pedía ayuda para que alguien lo escuchara en Bogotá, pues llevaban ya más de 12 horas sin luz y se veía venir una noche horrible.
El ministro de Minas no le pasaba al teléfono, me dijo. El viceministro tampoco. La angustia del gobernador era explicable. Su pueblo le pedía acción y en el ministerio, ni siquiera por cortesía, le contestaban a un gobernador cuya capital de departamento estaba sin luz. Me dijo que el problema era falta de pago del Gobierno Nacional del valor de los subsidios, desde abril. Entonces la generadora suspendió su actividad. Es una generadora a partir de biomasa (madera) y si no le pagan no tiene con qué comprar la madera y sin madera no hay electricidad.
El plan de contingencia son unas plantas generadoras a partir de combustible fósil (diésel) que suministra Terpel. Pero como a Terpel tampoco le habían pagado, Terpel no despachó diésel y las plantas no se pudieron prender.
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En medio de su angustia, unos 45.000 habitantes de Puerto Carreño empezaron a clamar por ayuda para evitar que llegara la noche sin energía, pero nada hicieron en el alto Gobierno la primera noche para evitarlo
Ya al aire desde las 5 a. m. a la madrugada siguiente, con Puerto Carreño todavía en apagón, en la F.M. convertimos este tema en nuestra causa principal del día.
Un par de horas después, y tras amplificar los testimonios de madrugada del gobernador, del alcalde Jorge Rodríguez y otras voces locales, empezamos a recibir respuestas de fuente oficial en nuestros chats personales. Laura Sarabia y el ministro de Hacienda se comprometían a que ese mismo día el asunto quedaba solucionado. Así sucedió.
Luego empezó el Tongo le dio a Borondongo. Sin contestarle el teléfono al gobernador, desde el Ministerio de Minas mandaron a decir que el problema no era de ellos, sino de Hacienda, porque ellos ya habían viabilizado la cuenta, pero Hacienda no había pagado.
A su turno, voces cercanas a Hacienda empezaron a decir que la culpa no era de ellos porque no tenían con qué pagar. Que era culpa del perverso Congreso que negó la ley de financiamiento, o culpa de Duque, que dejó el país endeudado, o culpa de Uribe y los paramilitares, o culpa de la maldita oligarquía que traicionó a Simón Bolívar, en fin.
¿Por qué los ministerios no hicieron antes la tarea? ¿Por qué dejaron que el asunto llegara al extremo? ¿Por qué no lo impidieron? ¿Por qué no montaron una estrategia de gobierno coordinada y concertada? ¿Por qué no hay una torre de control para anticipar soluciones? ¿Desidia, desgreño, desinterés, indolencia, descoordinación, ineptitud, despelote, falta de diálogo, desprecio por una zona apartada o por sus humildes pobladores, facturas políticas al gobernador y al alcalde... por qué?
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Superada la emergencia para Puerto Carreño, el exministro Juan Camilo Restrepo me alerta sobre el riesgo para todo el sistema y las zonas no interconectadas que puedan estar en situación similar.
Y el gobernador Benito me insiste, con razón, en que la solución estructural puede ser un parque solar que ya está proyectado y referenciado en el plan de desarrollo y que entre todos debemos acompañar para que salga adelante.
En todo caso, las alarmas están sonando. Tal como pasó con Mi Casa Ya, con los fondos para el Icetex y con la determinación de la UPC, los que están llevando la peor parte son colombianos humildes y sin recursos para quienes durante el gobierno del cambio han padecido un retroceso en la cobertura de los programas sociales.
JUAN LOZANO