Son nueve editoriales sobre muchos de los temas cuyos desarrollos marcarán el destino mundial en las próximas generaciones, incluidos el calentamiento de la tierra, los movimientos migratorios, la Inteligencia Artificial y, por supuesto, la guerra y la paz. En casi todos ellos sobresale repetidamente el nombre de una persona: Donald Trump, quien recibió por segunda vez la investidura presidencial en Estados Unidos esta semana.
Me refiero a las notas editoriales del anuario tradicional que produce The Economist, The World Ahead: "El mundo que nos espera en 2025". Vale la pena darles un vistazo.
El anuario abre con una reflexión general sobre "las fuerzas" que condicionarán el rumbo del nuevo año. Ellas parecerían girar alrededor del comportamiento de la "principal economía del mundo" o, para decirlo con más precisión, alrededor de las decisiones de Trump, tanto en política exterior como en el campo doméstico.
The Economist advierte que la realidad de gobernar es bien distinta de la retórica política en las promesas de campaña. Propone así calificar las posibilidades de que algunas de las promesas de "Make America Great Again" (Maga, el lema popularizado por el movimiento de Trump) vayan a cumplirse en la realidad. En grado alto de certidumbre, señala el "hacer de América un productor dominante de energía". Ya lo es. Le sigue de cerca su promesa de recortar el sistema regulatorio, donde contará con la asesoría de Elon Musk.
En escalas tres y cuatro, respectivamente, aparecen las promesas de aumentar drásticamente las tarifas en las importaciones y de emprender la deportación masiva de inmigrantes ilegales ("la más grande en la historia de América"). Última en la lista (es decir, la menos cierta de cumplirse), es la promesa de hacer universidades "patrióticas", una medida que The Economist identifica con regímenes autoritarios.
'Las fuerzas' que condicionarán el rumbo del nuevo año parecerían girar alrededor del comportamiento de la 'principal economía del mundo'.
El protagonismo notable y hasta decisivo de Trump aparece en los análisis sobre las perspectivas de Europa frente a la invasión rusa en Ucrania; otras amenazas a la paz mundial y las guerras tarifarias que desestabilizarán la economía global.
Las medidas contra los inmigrantes, sobre todo en la frontera con México, reciben en el anuario atención especial. Es un tema que le ha servido a Trump para vociferar con intensidad, con amplio eco en los titulares de prensa. Uno de sus primeros decretos ejecutivos fue precisamente encaminado a poner en marcha sus planes de deportación masiva de inmigrantes. De implementarse, The Economist predice que Trump hará de Estados Unidos un país "menos rico, menos innovador y menos humano".
Una y otra vez, el anuario The Economist reconoce que los planes de Trump se enfrentarán con barreras significativas. Algunas, quizás las más importantes, son domésticas: disputas internas entre los republicanos dividirán las alianzas alrededor de Trump; las cortes no siempre aceptarán sus medidas; el sistema federal les da juego a Gobiernos locales no controlados por el Ejecutivo central. Y está el límite del período presidencial.
Existen otras razones domésticas de orden práctico, también señaladas por The Economist: no es claro que sus medidas vayan a favorecer a la economía. Se estima, por ejemplo, que las deportaciones y el incremento de las tarifas de importación impactarán negativamente en la economía y la creación de empleo. El desencanto de sus seguidores puede ser pronto.
Sin embargo, la impresión que dejan los editoriales del anuario es que el mundo que nos espera está, en buena parte, en las manos de una persona. Parece ser la preocupante narrativa dominante del momento, cuando hemos entrado en el tercer cuarto del siglo XXI.