En orden de estatura

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Existen tantas formas de organizar una biblioteca como lectores hay en el mundo, y cada una refleja la personalidad única del dueño. Algunos optan por un enfoque práctico y estructurado, como la clasificación por continentes y países y, dentro de ellos, autores o títulos en orden alfabético. Otros, sin embargo, priorizan la estética, así que ordenan los libros por colores. Esto puede ser impactante visualmente, pero en términos de contenido es la biblioteca más dispersa del mundo. La obra completa de García Márquez nunca podría estar junta, porque hay tomos blancos, amarillos, azules y hasta rojos.

Para mí, lo fundamental es encontrar rápido lo que estoy buscando. Por eso organizo los libros de literatura por autor, no necesariamente en orden alfabético. Hay otros que clasifico por tema: arte, cocina, biografías, historia, periodismo. No es raro encontrar en mi biblioteca un libro antiguo heredado de mi abuelo, al lado de algún best seller que devoré un domingo de lluvia por la tarde. Además, tengo un par de tablas donde guardo los libros nuevos, para ser consciente de que están pendientes de lectura y los voy rotando según el interés que me despierta cada uno. Mi método, entonces, es ecléctico.

Tuve un tío que tenía libros por toda la casa: no solo las paredes estaban forradas de estanterías de madera atiborradas de libros, sino que encima de cada mesa, en su habitación, en la sala, en el piso de su oficina, en su mesa de noche, en todas partes, había torres de libros. No es una exageración decir que casi no había espacio por donde caminar. A pesar de ese despliegue caótico, él tenía una habilidad sorprendente para recordar la ubicación exacta de cada ejemplar que buscaba.

Cada cual encuentra el camino que más le conviene para darle vida y orden a su biblioteca. Al final del día, lo importante es el placer de navegar por esas historias inagotables que esperan ser leídas o releídas muchas veces más.

@Diana_Pardo