Cinco de los 18 goleadores más grandes de la historia son actuales, están en activo, y de ellos hay dos entre los tres primeros. Cristiano Ronaldo, ya en baja y cercano a los 38 años, tiene el récord de anotaciones oficiales: 816. Messi es el tercero con 775, pero ya tiene en el horizonte al competidor de adelante, Josef Bican, el segundo, un austríaco que desde 1931 a 1955 señaló 805. En el puesto 11 asoma Robert Lewandowski con 575, una cifra notable y que puede incrementar pese a sus 34 años. Se lo ve entero físicamente y mete de a doblete en el Barcelona. Zlatan Ibrahimovic es el 12 con 572 y aún no tiró la toalla, puede aumentar. Finalmente, el uruguayo Luis Suárez está de 18 con 524 impactos.
No son datos menores que cinco de los primeros 18 (el 28 por ciento) sean del presente porque el fútbol tiene más de cien años de recorrido y hubo cientos de goleadores. Pero, sobre todo, porque hoy es muchísimo más difícil hacer goles que en tiempos pretéritos. Existe la presión, que antaño se desconocía, y el grado de dificultad creció a límites nunca imaginados. Sin embargo, a los artilleros de hoy se les caen los goles del saco. Hay una docena de factores adversos para quienes buscan el gol: mucha más velocidad, menos espacios para maniobrar, una intensidad casi insoportable, más preparación atlética de los defensas y nuevos sistemas defensivos y hay abundante información sobre el adversario, se lo estudia a través de los analistas de videos. Hasta los penales son más complicados de acertar. Pero, sobre todo, hay más gente en las áreas, y no porque el juego sea defensivo, sino porque todos suben y bajan.
Un solo detalle refleja el nivel de oposición en estos tiempos: en cada córner el equipo que defiende pone nueve o diez jugadores de campo dentro del área. Todos a colaborar para evitar el gol. Antiguamente a lo sumo quedaban cinco para rechazar, el resto seguía en sus posiciones, los delanteros ni bajaban. Hay otro factor a considerar: los fenomenales arqueros actuales, que evitan goles con tapadas imposibles. Pese a todo, se marcan muchos goles. Ayer domingo vimos un clásico sensacional en Holanda, PSV 4 - Feyenoord 3. Fueron siete tantos, hubo situaciones de gol para marcar varios más y la velocidad, el ritmo sostenido y la intensidad fueron de asombro. Se atacó con tal agresividad que era lógico que llovieran goles.
Patricio Hernández, un 10 fino de Estudiantes de La Pata de los años 80, describió con notable agudeza los cambios en el fútbol: “En mi época la ecuación del juego era recibir, observar, decidir y pasar. Hoy es observar, decidir, recibir y pasar”. O sea, es preciso tener claro de antemano qué hacer con el balón. Si alguien quiere pararlo y pensar la jugada, lo pasan por encima. Pese a todo, los cañoneros afinaron su ingenio y logran sortear todas las vallas.
A los nombrados en el primer párrafo debe agregarse a dos nuevos monstruos: Kylian Mbappé y Erling Haaland. Son muy jóvenes, transitan aún el primer segmento de sus carreras, pero seguro llegarán alto en la tabla histórica, ya son estrellas, físicamente espectaculares y muestran una ambición feroz por convertir. Todo indica que permanecerán muchos años en la cresta de la ola. El francés, recién con 23 años, ya suma 232 tantos oficiales entre clubes y selección. Sin lesiones graves debería llegar a 700. Tiene nueve o diez temporadas más de plenitud física. En este curso 2022-2023 lleva 10 gritos en nueve partidos. Contando el Mundial podría disputar 40 encuentros más, es esperable que marque mucho. Viene de 26, 21, 39, 30, 42, 39. No hay motivos para pensar que se frenará, no es un habitante de las dieciocho yardas: se ubica como extremo y llega en diagonal al arco.
Lo de Haaland a los 22 años es descomunal. Suma 15 impactos en 13 salidas al campo. Marca de atropellada, de cabeza, de rebote, volando por el aire, como el extraordinario tanto que le marcó al Borussia Dortmund en Champions. Es un salvaje del gol. En sólo 22 juegos por la Liga de Campeones reúne 26 goles. Ya superó en la lista de anotadores de Champions a leyendas como Romario (20), Cruyff (19), Van Basten (19), Ronaldinho (18), Totti (18) y Platini (18). Puede que con el tiempo los quintuplique a todos ellos. Con esa misma cantidad de cotejos, Cristiano Ronaldo todavía no había hecho ningún gol por Champions y Messi totalizaba 8. Hoy son los dos máximos con 141 y 126, por lo cual tendría que pasar algo grave para que el muchacho de Noruega no los supere a ambos.
Es un misterio difícil de explicar: pese a todos los obstáculos que los técnicos rivales oponen, los artilleros convierten mucho más que antes. Cuarenta, cincuenta años atrás, cuando un artillero alcanzaba los 30 o 35 goles, como el fabuloso Gerd Müller, generaba tsunamis de iración, ahora es una buena cifra, normal. Miremos los números de Lewandowski en sus ocho estaciones en el Bayern Munich, el mismo club donde brilló Müller: 25, 42, 43, 41, 40, 55, 48, 50. Y hablamos de Müller, el mejor centrodelantero que este cronista vio.
No hemos mencionado a otros artilleros de hoy que sobrepasan largamente los 400 goles, caso Karim Benzema (430), Édinson Cavani (430). O el caso de Harry Kane, con 343, pero con posibilidades de actuar al menos un lustro más en la alta competencia. Muy meritorios los tres.
De todos ellos, sobresale el récord de Messi por ser el único que no juega de atacante puro y nunca fue un jugador de área, pero sí de llegar a ella desde atrás. A los 35 años, hace tiempo funge como armador de juego y tiene la doble cualidad de ser también el máximo asistidor desde que se tiene registro. Está teniendo un arranque de ciclo fantástico con 6 goles y 8 asistencias en 11 presentaciones. Y asistencias de las suyas: bolas geniales que dejan a un compañero sólo con el arquero. Como curiosidad: el asistente depende de la eficacia del asistido para que se reconozca su mérito. Caso contrario, un pase maravilloso para gol se lo lleva el viento.
Todos nos acordamos de Romario, Zico, Eusebio, Batistuta, Kempes, Hugo Sánchez, Zamorano y otros fenómenos del gol, pero sus números tiemblan con estos de ahora. Lo dice la realidad.
JORGE BARRAZA