La tributación está afectada a nivel mundial por una fuerte evasión tributaria de las personas de altos ingresos y de las empresas multinacionales, debido a la proliferación de paraísos fiscales y a la competencia entre países por reducir los impuestos para atraer inversiones. Estos efectos limitan la capacidad de los Estados de financiar las grandes demandas sociales y la inversión en la lucha contra el cambio climático.
Los efectos son notorios. El informe sobre evasión tributaria mundial que publica el grupo de investigadores europeos EU Tax Observatory, publicado hace pocos días, indica entre otras cosas que el 35 % de las utilidades que hacen las multinacionales fuera de sus sedes se traslada a paraísos fiscales y que los más ricos del mundo pagan impuestos equivalentes a menos del 0,5 % de su riqueza.
Ha habido esfuerzos por mejorar la cooperación tributaria internacional. El primero es el Foro Global sobre Transparencia e Intercambio de Información con Fines Fiscales, que se creó en 2010 y coordina la Ocde. El segundo es el plan para combatir la erosión de la base tributaria y el traslado de utilidades, también liderado por la Ocde por mandato del G20 en 2012. El tercero es el acuerdo alcanzado en 2021 en el Marco Inclusivo de la Ocde que estableció la obligación de las multinacionales más grandes del mundo de pagar una parte de sus impuestos en todos los países donde operan y establecer una tasa de tributación mínima a las empresas del 15 %.
Los resultados es este acuerdo han sido frustrantes. El primer elemento solo se aplica a empresas multinacionales muy grandes (con ingresos superiores a 20.000 millones de euros) y sobre una pequeña parte de sus utilidades. El segundo tiene varias excepciones, por lo cual el informe mencionado sobre evasión tributaria estima que solo generará una tasa efectiva del 10 %. En ambos casos los beneficios serán en su mayoría para países de altos ingresos, donde están las sedes de las grandes multinacionales.
Debido a los mínimos beneficios que tendrán, los países africanos impulsaron en la ONU una resolución para desarrollar una convención de esta organización en materia tributaria. Este proceso está en marcha y debe haber una decisión sobre su alcance a fines de noviembre, pero hay fuertes discrepancia sobre si sería vinculante o no; los principales países desarrollados no quieren que tenga ese carácter.
La ONU tiene ya un comité técnico en materia tributaria que funciona muy bien. Tanto en 2004 como en 2015 se intentó convertirlo en un organismo intergubernamental, pero la propuesta no fue aprobada en ninguna de estas ocasiones. Antes de la primera cumbre de la ONU sobre financiación para el desarrollo, que tuvo lugar en Monterrey en 2002, una comisión presidida por el expresidente mexicano Ernesto Zedillo propuso la creación de un Organismo Tributario Internacional, pero no ha habido ningún esfuerzo en tal sentido.
La cooperación tributaria debe contar también con organismos regionales. Por eso el Ministerio de Hacienda de Colombia impulsó la creación de la Plataforma de Tributación de Latinoamérica y el Caribe, que fue creada en julio en Cartagena. En ella participan 12 países, tres de ellos coordinadores (Colombia, Brasil y Chile), y cuenta con el apoyo de la Cepal. Con esta plataforma se busca crear un espacio de diálogo ministerial y técnico con la aspiración de mejorar el intercambio de información, identificar mejores prácticas tributarias y tener posiciones conjuntas en las negociaciones internacionales.
Esta plataforma tendrá una reunión esta semana en Bogotá. Ha escogido varios temas para su trabajo: impuestos progresivos, beneficios tributarios, normas de apoyo a la acción climática y medidas tributarias para manejar la economía digital, la inteligencia artificial y el trabajo a distancia. Esperamos que marque el inicio de una importante contribución de América Latina y el Caribe a la política tributaria mundial.
JOSÉ ANTONIO OCAMPO