El premio nobel de literatura, Bertrand Russell, decía que “los políticos democráticos de más éxito son los que consiguen abolir la democracia y convertirse en dictadores”. Hemos visto varios ejemplos en diferentes países vecinos y lejanos donde se utiliza la democracia para poco a poco ir filtrando la dictadura. Lo hacen utilizando aquello que coloquialmente llaman el síndrome de la rana hervida, donde la rana se pone en agua tibia y luego se va calentando lentamente, sin percibir el peligro, hasta su muerte. A la rana no la echan en agua caliente porque brincaría y se salvaría de una fatalidad.
Hay varios casos de líderes políticos que se han vendido como demócratas para lograr obtener el poder y cumplir sus objetivos. Al principio, se muestran como los férreos defensores de las libertades, pero con el paso del tiempo logran cooptar las instituciones e imponer el veto. Por esa razón es de vital importancia saber elegir a nuestros gobernantes, no importa si son de derecha, de izquierda, o de centro, a fin de cuentas su ideología es algo irrelevante, lo que realmente importa es lo que piensan hacer con ese poder que obtienen en las urnas.
Henry Kissinger, exsecretario de Estado de Estados Unidos, decía “controla los alimentos y controlarás a la gente, controla el petróleo y controlarás las naciones, controla el dinero y controlarás el mundo”. Muchos buscan el poder político para “controlar”, para hacer cambios, y organizar el Estado a su manera, porque creen que las cosas siempre se han hecho mal y porque piensan que tiene las mejores ideas, los mejores sentimientos y la varita mágica para llevar a cabo todo lo que en tantos años de republicanismo no ha sido posible.
En el mundo, no solo en nuestra parte del planeta, salen cada cuanto algunos personajes que prometen el oro y el moro para conseguir el tan anhelado y esquivo voto. A esos “dictadores” de la palabra, porque además son muy convincentes, debemos analizarlos de pies a cabeza y saber si todo lo que prometen se puede cumplir y también debemos observar cómo ha sido su trasegar en la política. El presidente de Colombia, según reza en la Constitución Política “simboliza la unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes, se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos”, sería bueno preguntarnos cuál de los candidatos y precandidatos que aspiran a llegar a ocupar el solio de Bolívar puede cumplir lo que señala la Carta Magna.
Mostrar ese abismo que puede existir en las sociedades, entre “ricos y pobres” y utilizarlo como caballito de batalla para ganar el aplauso y el voto es una estrategia muy antigua
No solo debemos fijarnos en el perfil del que puede llegar a la Presidencia, también es importante saber quiénes llegarían con él. Casi nunca se piensa en los que están detrás del poder o la cuadrilla con la que llegará el futuro presidente de la República. Aquellos a los que Bertrand Russell llama cortesanos, intrigantes, espías y los que maquinan en secreto.
Un personaje muy conocido en Italia y en el mundo, el dictador Benito Mussolini, fue un gran caudillo, carismático e inigualable orador, que movía masas y lo seguían sin condiciones. Los fascistas siempre decían que Mussolini tenía la razón, es curioso porque en ese tipo de personajes, aquellos que los siguen, creen en ellos ciegamente y sin condiciones.
Lenin tenía una idea sobre la dictadura, pero una que él llamaba “del proletariado”, y señalaba: “La teoría de la lucha de clases aplicada por Marx a la cuestión del Estado y de la revolución socialista conduce necesariamente al reconocimiento de la dominación política del proletariado, de su dictadura, es decir, de un poder no compartido con nadie y apoyado directamente en la fuerza armada de las masas”, según señala Fernando Galvis Gaitán en su Manual de ciencia política. Aquellos políticos que poseen una gran locuacidad, generalmente tienen como objetivo controlar a esas masas a las que supuestamente les dan el poder, además se muestran muy interesados en todo aquello que los aqueja. Mostrar ese abismo que puede existir en las sociedades, entre “ricos y pobres” y utilizarlo como caballito de batalla para ganar el aplauso y el voto es una estrategia muy antigua que han utilizado tanto políticos de derecha como de izquierda, muchos de ellos con gran éxito al principio, pero con gran fracaso al final.
Según señala Marcos Roitman, dictadura es un concepto acuñado por la civitas romana y hace referencia a una situación de emergencia, generalmente provocada por actos de sedición, para lo cual el Senado delegaba en el cónsul todos los poderes, pero con límites. El origen de la palabra es ese, pero en la actualidad se ha convertido en un personaje que entra por la puerta de la democracia, es bien recibido y aplaudido y termina cambiando la Constitución, prometiendo lo que no puede cumplir, privatizando las empresas del Estado, acabando con la libertad de prensa y alejando a las empresas y acabando con la economía.
El exdictador romano Julio César decía que “la mujer del César no solo tiene que ser fiel, sino parecerlo”, en el caso de los políticos que van en contra de lo que decía César, generalmente dicen ser algo que no son. Recuerdo una entrevista que le hizo el periodista de Univisión Jorge Ramos a Hugo Chávez cuando era candidato a la presidencia de Venezuela en 1998, donde le preguntó sobre diferentes temas y siempre aseguró ser un demócrata que propendía por las libertades, entre ellas la libertad de empresa y señaló también que entregaría el poder de ser necesario. Sabemos lo que ha ocurrido en Venezuela durante todos estos años de gobierno chavista y por eso en política y en la vida es mejor parecer que ser, porque muchos han llegado al poder pareciendo y cuando lo alcanzan, y se vuelven intocables, muestran lo que son.
JOSÉ LUIS QUERUBÍN