Al hacer un balance de 7 años de vigencia del Acuerdo Comercial con la Unión Europea, lo primero que debemos tener en cuenta es que hasta antes de la firma, Colombia gozaba de los beneficios de la aplicación del Sistema General de Preferencias (SGP), un mecanismo mediante el cual el bloque europeo de manera unilateral otorgaba preferencias a ciertos productos.
Terminando este sistema, la alternativa entonces para nuestro país era continuar las relaciones comerciales sin ningún tipo de preferencia, y en ese caso todos nuestros productos empezarían a pagar un mayor arancel. En otros términos, el mercado que habíamos logrado con el SGP se habría perdido, y con ello se hubiera afectado nuestra economía.
Hacer entonces un balance justo del acuerdo debería complementarse con una proyección de las exportaciones en un escenario sin Acuerdo Comercial. Este permitió competir con otros mercados de la subregión, como México, Chile y Centroamérica, que sí tenían acuerdo con el bloque desde antes que nuestro país. Hoy, la Unión Europea es el segundo destino de las exportaciones de Colombia, representa el 12,8 % del total exportado y es el tercer proveedor de bienes para nuestro país: participa con el 14,4 % del total importado. Incluye insumos, bienes de capital y tecnología, que son claves para elevar productividad.
Como parte de la dinámica del comercio internacional y su dependencia de los ciclos de la economía mundial, las exportaciones colombianas han sido afectadas por la contracción de la demanda mundial, la crisis financiera internacional y la caída de los precios de los productos básicos, especialmente los de origen minero. Una razón que explica una balanza comercial deficitaria en los últimos años con la Unión Europea.
Una mirada desprevenida y ligera podría dar el mensaje de que las exportaciones con la Unión Europea han disminuido significativamente desde la entrada en vigor del Acuerdo Comercial, pues las exportaciones colombianas minero-energéticas cayeron 79 %, pasando de US$ 7.165,7 millones en 2012 a US$ 1.497,5 millones en 2020. Sin embargo, si miramos el comportamiento de las exportaciones no minero-energéticas (que son la razón por la cual los gobiernos negocian acuerdos de libre comercio), se evidencia un crecimiento bastante positivo.
En efecto, las exportaciones no mineras pasaron de representar un 22 % en 2012 a un 62 % de las exportaciones totales en 2020, y aumentaron de US$ 1.963,3 millones en 2012 a US$ 2.478,8 millones en 2020.
A esto se suma que la Unión Europea es hoy el principal destino de nuestras exportaciones agrícolas. Cerca del 75 % de las ventas no minero-energéticas a este destino están concentradas en el agro. En efecto, es un mercado fundamental para las exportaciones de banano, gulupa, uchuva y aguacate, donde aproximadamente un 80 % tienen como destino ese bloque, mientras que alrededor del 60 % del aceite de palma, el 30 % de nuestro café y el 10 % de nuestras flores estuvieron destinadas a ese mercado.
El preferencial a la Unión Europea también es una herramienta fundamental para la diversificación de empresas y productos. Desde 2013, más de 1.300 nuevas empresas han exportado productos no minero-energéticos por montos iguales o mayores a US$ 10.000. Así mismo, este acuerdo les permite a nuestros empresarios diversificar su estrategia. Gracias a él, 590 productos han logrado llegar por primera vez a ese mercado.
Lo anterior se complementa con un crecimiento sustantivo de la inversión extranjera directa y del turismo desde esa región del mundo, que son fuente de empleo y desarrollo para el país. En conclusión, aunque aún tenemos retos y desafíos, lo cierto es que nuestro mejoramiento en modernización tecnológica, el sector agroindustrial, la inversión y el turismo han logrado sacar gran provecho del Acuerdo Comercial y este es hoy un instrumento valioso de cara a la reactivación económica.
JOSÉ MANUEL RESTREPO ABONDANO
Ministro de Comercio, Industria y Turismo