Cuando entramos en la recta final de esta campaña presidencial, que en los últimos meses ha tenido varios líderes punteando en las encuestas, los colombianos definirán su voto para la primera vuelta, y, sin duda, en medio de la polarización que generan algunos y las incoherencias que demuestran otros, surge Humberto de la Calle como la mejor opción que tenemos hoy para garantizar que el país avance en las reformas sociales e institucionales que se requieren, sin caer en la tentación del populismo ni el peligro de sobresaltos institucionales para lograr este propósito.
Se trata de definir si avanzamos en la consolidación de la paz en medio de las dificultades que atraviesa el cumplimiento de los acuerdos, o adoptamos la decisión de dar marcha atrás y regresar a la guerra que tantas víctimas ha dejado. Los dolorosos episodios recientes de la costa Pacífica nariñense y el Catatumbo nortesantandereano nos demuestran lo grave y traumático que sería para Colombia retroceder en lo avanzado con las Farc.
En lo que falta de mes, de debates y confrontación democrática, será importante que cada ciudadano examine la trayectoria de los candidatos y sus propuestas, para tomar una decisión electoral a conciencia. Humberto de la Calle tiene las condiciones apropiadas para dirigir el país en la actual coyuntura. Su talante liberal más allá de la militancia partidista, su espíritu conciliador y su convicción reformista de la sociedad, sin caer en la radicalización, son prenda de garantía para los colombianos, que con él tendremos un gobierno incluyente, sereno y reformista. Ni statu quo ni salto al vacío.
Se trata de definir si avanzamos en la consolidación de la paz, o adoptamos la decisión de dar marcha atrás y regresar a la guerra que tantas víctimas ha dejado.
El sistema de doble vuelta presidencial consagrado en la Constitución del 91 permite a los ciudadanos escoger en la primera vuelta al candidato que verdaderamente les gusta. Ya en el caso de segunda vuelta, los electores eligen al que menos dudas genere y no al que más les guste, al que tenga menos rechazo, al que menos miedo genere entre la población. En primera vuelta se escoge y en la segunda se descarta. Por eso resulta absurda la teoría del voto útil en primera vuelta.
Durante esta campaña, el candidato liberal ha cometido equivocaciones que seguramente han afectado sus posibilidades de triunfo. Al igual que Fajardo y Vargas desaprovecharon la fecha de las elecciones de Congreso para medirse en consultas interpartidistas como las que ganaron Duque y Petro, con gran impulso a sus campañas. Además, De la Calle debió asumir el liderazgo del liberalismo desde el día siguiente de la consulta interna que ganó y se habría evitado el desgaste interno y de opinión de una dirección liberal errática, divisionista y desprestigiada que ha hecho enorme daño a su candidatura y al resultado electoral del Congreso. Pero, más allá de esos errores, es indudable que en la baraja de aspirantes no hay nadie con su conocimiento del Estado, su experiencia y buenos resultados.
No se necesita ser militante del Partido Liberal para comprender que es la mejor opción. Quienes pensamos como liberales en Colombia, quienes creemos que el Estado debe intervenir para garantizar mayor igualdad social, quienes estamos convencidos de que el centralismo está asfixiando las posibilidades de crecimiento de nuestras regiones, quienes consideramos que es posible una política de crecimiento sostenible en el país, en fin, quienes rechazamos el autoritarismo y sabemos que el camino de la paz pasa por el fortalecimiento de las instituciones y las libertades democráticas debemos votar por De la Calle y mandar al carajo las teorías utilitaristas del voto. Para superar la polarización, para aislar los extremos, para evitar que regrese la guerra y podamos consolidar la paz, los colombianos tenemos una oportunidad. No la dilapidemos.
JUAN FERNANDO CRISTO