Estoy mamado de que me digan comunista. Estoy cansado de que me digan fascista. No soy ni lo uno, ni lo otro. Y creo que hoy en Colombia somos miles o millones quienes vivimos estigmatizados con semejantes epítetos, que debemos cargar como una cruz, sin posibilidad de revirar o responder de alguna manera porque negar lo uno es inscribirse en lo otro, y viceversa.
En mala hora el Partido Liberal (hoy el partido de César Gaviria y compañía) se arrogó el uso de la expresión “liberal” que en una situación distinta a la nuestra serviría para hacer referencia a una persona o a un cúmulo de ideas que propenden al respeto a las libertades individuales. Hoy no hay nada menos liberal que el partido de César Gaviria, tanto así que los liberales de pensamiento no cargamos carné de esa colectividad y mucho menos cohonestamos con las prácticas e ideas (¿hay ideas?) propias de ese partido.
No soy comunista. No soy fascista. Soy una persona que piensa que el respeto al otro debe ser la base de las relaciones humanas. ¿Usted no?
Cada día, cuando me conecto con las redes sociales, veo cómo los dos extremos políticos de este país (encarnados en el petrismo y el uribismo) no hacen más que alentar y alentar la idea de que las libertades y los derechos consignados en la Constitución y la ley solo son válidos para aquellos que están en su orilla política. Nadie puede pensar distinto. Nadie puede opinar distinto; de lo contrario, ha de ser defenestrado y vapuleado hasta la saciedad.
A Margarita Rosa no la bajan de vieja drogadicta. A María Fernanda no la bajan de vieja paraca. ¡Respeten!
Si Margarita Rosa, o quien quiera, se fuma un porro o no, ¿a quién le afecta? A ella en su intimidad. Punto. Respeten. Ella no obliga a nadie a nada.
Si María Fernanda cree en conspiraciones comunistas tanto como para tener un tablero con las conexiones Soros-Colombia en su oficina, es problema de ella. ¿Ha mandado a matar a alguien? Ahí sí que aparezca la justicia, pero si no. ¡Déjenla! Ella tiene derecho a pensar como quiera. ¿O la vamos a obligar?
¡Paremos esta demente situación en la que necesitamos que todo el mundo piense como nosotros o si no debe ser eliminado! Dejemos de etiquetar a los demás como si fuéramos productos.
Soy liberal, pero no del partido de Gaviria. Soy liberal porque pienso y estoy convencido de que no podemos seguir viviendo en un país donde nos imponen ideas y credos. Soy liberal porque creo que ya el país entero entendió que el negocio de las drogas debería ser un negocio que pague impuestos y sea regulado por el Estado en vez de seguir siendo el negocio de unas mafias que untan con su dinero (ese sí lleno de sangre) a las más altas esferas del país. Soy liberal porque creo que la educación pública que estamos ofreciendo a nuestros muchachos es bastante regular, así la ministra lo niegue y los descarados de Fecode miren hacia otro lado, como si el asunto de la calidad de la educación de los niños no fuera con ellos.
No soy petrista, ni soy uribista. Soy un tipo que sueña con que cambie el país. Que quienes tienen ganancias monstruosas (como los bancos) paguen impuestos monstruosos. Que quienes hoy llevan un año, dos años, tres años sin empleo encuentren una oportunidad en su vida para poder progresar (y eso no se hace a punta de subsidios).
Viva y deje vivir. No haga daño a nadie. Ayude a quienes lo necesitan. Haga a un lado la avaricia y conviértase en alguien generoso. Si quiere rezar, rece. Si no quiere, no lo haga. Si se quiere drogar, hágalo. Si no quiere emborracharse, siéntase libre.
¡Paremos esta demente situación en la que necesitamos que todo el mundo piense como nosotros o si no debe ser eliminado! Dejemos de etiquetar a los demás como si fuéramos productos. Somos humanos y una base mínima de humanidad es la conciencia sobre nuestras diferencias y el respeto a la vida del otro, sea estudiante o policía.
JUAN PABLO CALVÁS