La desigualdad en el país ha sido tema de debate, y siempre sacamos a relucir cómo Colombia es uno de los países más desiguales del mundo. En efecto, medido por el coeficiente de Gini, en el que el nivel de 1 es total desigualdad y 0, total igualdad, el 0,52 de Colombia compara muy desfavorablemente con los países de la Ocde y aun de la región.
Todas las comparaciones relevantes se hacen con el Gini efectivo, es decir, aquel que describe a la sociedad agregando la distribución pura de ingresos y el efecto de la intervención del Estado en la situación de los hogares. Los países que lo hacen bien empiezan con una distribución del ingreso bastante desigual, pero mediante la intervención del Estado –a través de impuestos y transferencias– logran reducir la desigualdad en 10 décimas o más.
Antes de la intervención del Estado, muchos países arrancan con niveles de desigualdad muy similares al de Colombia: Estados Unidos, Francia, Alemania y el Reino Unido tienen un Gini de entre 0,50 y 0,53, mientras que Finlandia, Noruega, Dinamarca y Suecia, uno de entre 0,41 y 0,49. Lo que es verdaderamente impresionante es la capacidad de corregir esta desigualdad ‘natural’ mediante sus sistemas fiscales. Estados Unidos y el Reino Unido logran reducir su Gini a 0,36-0,39, mientras que los países de Escandinavia lo reducen a un rango entre 0,25 y 0,29.
La historia triste de Colombia no es que se inicie con un Gini de 0,53, sino que luego de impuestos y transferencias el Gini en nuestro país se reduce únicamente a 0,52. Esto quiere decir que no es que Colombia sea intrínsecamente más desigual que otros países, sino que el pésimo diseño institucional hace que la situación no mejore con la intervención del Estado.
Mucho se habla de la progresividad del sistema tributario, pero poco se habla de la manera tan ineficiente y desigual como el Gobierno gasta. El DNP ha estimado la distribución por quintiles de ingreso de los beneficiarios de los programas de gasto. El principal y el más desigual de todos es el rubro de pensiones públicas, que beneficia en un 65 % al quintil más rico de la población. El segundo rubro de subsidios más desigual corresponde a las trasferencias para la educación superior, en la medida en que estas benefician en un 46 % al quintil más rico y en un 28 % al cuarto quintil. Es decir que el 60 % más pobre de la población tan solo se beneficia con un 26 % del gasto en educación superior. El tercer rubro en el que la política pública no contribuye a mejorar la equidad es el gasto en salud, dado que este beneficia a todos los quintiles de manera similar, aunque un poco más a los dos superiores. El gasto total en estos tres rubros asciende a 6 % del PIB, dos terceras partes en pensiones.
Por otra parte, la Comisión de Expertos en beneficios tributarios estimó que el gasto fiscal que se realiza a través de exenciones asciende a 4,7 % del PIB y solo en IVA, este suma 3,6 % del PIB. La distribución por quintiles de ingreso del gasto tributario en IVA arroja que el 67 % del beneficio otorgado a través de las exenciones, exclusiones o tarifa reducida llega al 40 % más rico de la población.
Mejorar la distribución del ingreso es un imperativo, y las manifestaciones sociales que estamos viendo son un claro llamado de atención. Lograr el objetivo es una tarea difícil que tomará tiempo y requiere la adopción de una agenda de mediano plazo. Sin embargo, podemos iniciar de manera inmediata corrigiendo las fallas de diseño de nuestra política pública. Esto se puede hacer en el Congreso, con voluntad política y de cara al país, sin populismos y aceptando con honestidad los lamentables resultados del diseño de algunos de los programas del Estado, que gozan de una falsa sensación de equidad entre la opinión pública.
Juan Pablo Córdoba Garcés
Presidente de la Bolsa de Valores de Colombia