La información del Dane sobre el crecimiento de la economía en el segundo trimestre, de 2,1 % en relación con el mismo período de 2023, indica que la economía está creciendo más de lo que todos los analistas estaban pronosticando. Estos datos muestran que la economía tuvo su peor desempeño en el tercer trimestre del año pasado y desde entonces ha mostrado una reactivación modesta. Con base en esta información, el crecimiento anual del PIB puede ser cercano al 2 % en 2024 y al 3 % el próximo año.
Una característica del crecimiento es su diversidad sectorial. Sobresalen el sector agropecuario y la istración pública. Hay también una expansión moderada del sector financiero, de la construcción y del comercio; los dos últimos muestran cifras positivas después de varios trimestres con registros negativos. En este último caso, algunas obras civiles (entre ellas el metro de Bogotá) son la fuente de la expansión, pero continúa la caída de la construcción de carreteras y de vivienda. Por el lado negativo, la industria manufacturera sigue contrayéndose, aunque ahora a un ritmo menor y con algunos sectores en expansión. A ello se agrega ahora la disminución de la producción minera.
La reactivación tiene poco que ver con políticas del Gobierno. En el caso del sector agropecuario, las causas fundamentales son los cambios climatológicos, la reducción de los precios de los fertilizantes y los buenos precios del café, ya que este producto explica la cuarta parte de la expansión del sector. En el caso de las obras civiles, las más dinámicas no son las nacionales. En el caso del turismo de origen internacional, hay una política de promoción internacional del país como destino turístico desde hace década y media, que se ha mantenido bajo el gobierno actual.
La economía tuvo su peor desempeño en el tercer trimestre del año pasado y desde entonces ha mostrado una reactivación modesta
Por fuentes de demanda, se destaca el crecimiento del volumen de exportaciones, del 4,8 % en el tercer trimestre en relación con el año pasado. Sin embargo, el valor de las exportaciones disminuyó un poco por los menores precios internacionales de algunos productos, especialmente del carbón. Las exportaciones no tradicionales sí han tenido un aumento en valor, del 7,8 %. Por su parte, la inversión muestra tres trimestres de aumentos modestos, cuando se ajustan por factores estacionales, pero continúa siendo muy baja, apenas un 15 % del PIB.
El país espera los anuncios finales de la política de reactivación. Los sectores que se han mencionado pueden ser los correctos, aunque sobresale la falta de mención de políticas para reactivar la inversión y acelerar el crecimiento de las exportaciones no tradicionales. Sin embargo, dos de sus elementos anunciados han sido objeto de fuertes críticas, y hay un tercero que debe ser parte de la agenda.
El primero es la reducción de la tasa de tributación de las empresas, que podría ser conveniente, pero no hay forma de compensar su costo en una coyuntura fiscal crítica.
El otro son las inversiones forzosas del sector financiero. Este es un instrumento del pasado, que solo se ha mantenido para el sector agropecuario. Mucho más adecuado es utilizar el Grupo Bicentenario, que agrupa a las entidades financieras del sector público, y hacerlo en coordinación con el Pacto por el Crédito que ha propuesto el sector financiero. Un programa de este tipo fue el de financiamiento de la economía popular que se lanzó en marzo de 2023, pero cuya ejecución ha sido mínima: solo 18.000 beneficiarios del millón que eran su objetivo.
El tercer elemento debe ser un apoyo decidido a la inversión privada. Para ello es esencial que el Gobierno dé señales claras de que confía en el aporte del sector privado al desarrollo del país y mantiene normas que promueven la inversión, entre ellas las reglas para las concesiones de infraestructura y para las tarifas de servicios públicos, dos sectores en los cuales la inversión privada ha sido muy importante. Exige además agilidad y flexibilidad en la aprobación de licencias ambientales.
JOSÉ ANTONIO OCAMPO