La última etapa en la vida del ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, fue la más complicada. Los senadores Jorge Robledo y Roy Barreras lo citaron a un debate en el Congreso, luego de la violenta intervención de la Fuerza Pública en contra de una población que protestaba contra decisiones o indecisiones del gobierno del presidente Iván Duque. El debate se inició, y varios congresistas renovaron sus críticas al ministro y a la Fuerza Pública; pero con artimañas y sus conocidas ‘jugaditas’, los congresistas del Centro Democrático lograron abortar el debate.
En todo caso, es bueno reconocer que después del expresidente Álvaro Uribe, amo y señor del Centro Democrático, el personaje de ese partido más interesante, más destacado, mejor preparado y con mayor experiencia en el manejo y la istración de asuntos públicos, de los intereses y necesidades nacionales era el ciudadano vallecaucano Carlos Holmes Trujillo, primer alcalde de Cali elegido por votación popular. Durante su trayectoria política, istrativa y diplomática fue alto funcionario en los gobiernos de Ernesto Samper, Andrés Pastrana, César Gaviria y Álvaro Uribe. Regresó al país cuando llegó al poder el presidente Juan Manuel Santos.
De la vida, pasión y muerte del importante colombiano, de su exitosa trayectoria política, diplomática y oficial se ocuparon los medios de comunicación del país y del exterior. No obstante, no sobra comentar algunos pasajes de esta movida e interesante historia, porque, aunque lo han señalado como el personaje más importante del Centro Democrático, lo cierto es que de puertas para adentro el ministro Trujillo no era una pera en dulce. Era más bien un trago amargo, porque en el CD abundan los aspirantes a la presidencia de la república. Y Carlos Holmes Trujillo era para ellos peligroso rival.
La trayectoria pública del ministro fue notable. Lo demostraron la conmoción nacional e internacional que produjo su partida
y los homenajes póstumos que
le rindieron.
De convicciones liberales y miembro del Partido Liberal, Carlos Holmes Trujillo trabajó por largo tiempo en representación de ese partido. De regreso a Colombia, tras desempeñar altos cargos diplomáticos en diferentes países, y tal vez desencantado por la decadencia de su propio partido, cortó amarras. Tropezó entonces con el expresidente Álvaro Uribe, le interesó su política y se unió a su causa. Como nuevo miembro del Centro Democrático aspiró en dos ocasiones a la presidencia de la república. Derrotado por Iván Duque, se convirtió en ministro estrella de ese gobierno.
Como ministro de Relaciones Exteriores, se encontró en su salsa. Viajes al exterior, intercambio con diplomáticos de otros países, asuntos internacionales por atender y resolver, en todo lo cual era experto. Pero ese interesante trabajo le duró poco. Los errores y horrores cometidos por el primer ministro de Defensa, Guillermo Botero –hoy embajador en Chile–, forzaron al funcionario a renunciar. En su reemplazo el Presidente nombró a Carlos Holmes Trujillo, y así pasó de alternar con embajadores en Colombia sobre política exterior a ocuparse de la seguridad: a derrotar mafias y grupos insurgentes, y defender el país.
Malinterpretando el deber de mantener la seguridad ciudadana y abusando del manejo de las armas, lo que hizo la Fuerza Pública fue excederse en el cumplimiento de sus obligaciones y en el uso de armamento contra la población civil. Todo esto redundó en su contra y en perjuicio del ministro de Defensa, quien luego exacerbó a la ciudadanía al negarse a pedir perdón por los excesos cometidos por la Fuerza Pública. Entonces el ministro se echó encima la opinión pública.
Sin embargo, aparte de esos lamentables sucesos, la trayectoria pública del ministro fue notable. Lo demostraron la conmoción nacional e internacional que produjo su partida y los homenajes póstumos que le rindieron. Con altos y bajos, la trayectoria del ministro Carlos Holmes Trujillo fue sobresaliente. Por eso el Gobierno decretó tres días duelo nacional, con la bandera de Colombia a media asta.
Lucy Nieto de Samper