A estas alturas, gran parte de la ciudadanía está desconcertada. A un paso de que se abran las urnas, muchos ciudadanos no saben todavía por quién votar, ni cuál de los dos candidatos le conviene más al país y a sus habitantes. Si Gustavo Petro, conocido parlamentario, quien en el Congreso ha tenido grandes aciertos, pero quien como alcalde de Bogotá tuvo grandes fallas. O el millonario y recién aparecido Rodolfo Hernández, exalcalde de Bucaramanga, quien ha revolucionado el ambiente político por su desabrochada manera de hablar y de comportarse. Por lo tanto, muchos ciudadanos no saben todavía por cuál de las dos opciones sea preferible votar. Pues tanto Petro como Hernández, cada uno a su manera, prometen a la ciudadanía que su plan de trabajo es comenzar a solucionar los graves problemas que afectan el desarrollo de un país que, no obstante sus numerosas riquezas, vive lleno de necesidades. En todo caso, frente a las urnas, hoy priman toda una serie de dudas y toda clase de desconfianzas. Por eso mismo, el porvenir de Colombia se vislumbra muy nublado.
En medio de tanta incertidumbre, creo que preferiría votar en blanco. Porque me parecen muy peligrosas algunas de las propuestas de Petro, y son casi miedosas algunas de las propuestas de Hernández. En ambos casos, el país va a dar un salto al vacío. Creo que los colombianos nunca habíamos experimentado tantas inquietudes antes de ir a las urnas. Por un lado, muchos les temen a las reformas y a los programas que propone Petro, algunos muy aventurados, y otros irrealizables, según los que saben. Y a muchos otros les preocupan las audaces propuestas que hace el muy amigable y casero exalcalde Hernández, populistas y populares, pero que no solucionan graves problemas de fondo, sumadas a su descollante desconocimiento del país que pretende gobernar. Sorprende que, a pesar de que Hernández ignoraba la existencia del departamento de Vichada, sus habitantes le premiaron su imperdonable ignorancia con la votación más alta en la primera vuelta.
En medio de tanta incertidumbre, creo que preferiría votar en blanco. Porque me parecen muy peligrosas algunas de las propuestas de Petro, y son casi miedosas algunas de las propuestas de Hernández.
El hasta hace poco desconocido exalcalde santandereano ahora es famoso por su desabrochada manera de hablar y sus insólitas propuestas. Dice, por ejemplo, que de llegar a ganar, se posesionaría no en el Congreso con toda la parafernalia acostumbrada, sino en el pueblo más pobre. Sin brindis, sin besamanos y sin discursos. Y ofrece trabajar, de lunes a viernes, desde la madrugada hasta las 5 de la tarde. Después, a la cama. Y promete quitarles a los parlamentarios tanto los escoltas como los vehículos oficiales. Porque su bandera es la austeridad. A todas horas y en todas partes.
Hernández dice que transformaría la Casa de Nariño en un en un bello museo. Y él, como presidente, trabajaría en un sencillo cuarto. Ver para creer, como dicen sus contradictores, que no son pocos. Pero también son muchos los partidarios del candidato de Piedecuesta, fascinados con su desabrochada manera de ser y de expresarse. Pero tanta desenvoltura y tanta camaradería les caen de cuarta a muchos. Porque la mayoría de los colombianos esperan que el primer mandatario sea una persona inteligente, ilustrada y sensata. Algo difícil de encontrar, pero no imposible. Por lo tanto, a buena parte de la ciudadanía no le cuadra mucho un presidente tan dicharachero y ramplón.
A lo largo de la campaña presidencial, Rodolfo Hernández ha pelado el cobre. Con frecuencia se ha visto obligado a rectificar. Por ser un hombre impredecible y chabacano, no es fácil saber para dónde va, ni cómo podría ser su gobierno. Por lo pronto, todo parece indicar que podría ser un salto al vacío. Pero este 19 de junio sabremos si el país le cree más a Petro o al exalcalde santandereano. Ante un inevitable salto al vacío, muchos preferirán votar en blanco.
El palo no está para cucharas. Colombia necesita presidentes como lo fueron los Santos, los López, los Lleras, Belisario, o Virgilio Barco. Ciudadanos inteligentes y preparados, quienes mucho hicieron por este país y por sus habitantes. Ojalá esa posibilidad reaparezca en cuatro años.
En resumen: gane quien gane, el porvenir de Colombia es inquietante.
LUCY NIETO DE SAMPER