Este lunes 13, levántese y rece, es una fecha especial para la Iglesia católica, para Argentina, para América Latina, que digo, para tutti il mondo. Ese día de 2013 fue elegido Papa el argentino Jorge Mario Bergoglio. Hubo humo blanco y desde el balcón central de la basílica de San Pedro, en latín, como siempre, se hizo el famoso anuncio de “Habemus papam”.
Habemus papam, hace diez años, que habla español, que sentimos cercano. Un prelado sencillo, austero, moderno, lleno de bondad, que ha entendido los cambios, las necesidades sociales y las de la propia Iglesia. Francisco Bergoglio, el antiguo profesor de literatura y hasta técnico mecánico, que como Jesús ha caminado hombro a hombro al lado de la gente, que montó en autobús –a Jesús le tocaba en burro– y conoce de sus angustias y dramas, ya como pontífice les ha hecho mucho bien a la Iglesia católica y a la grey de Dios.
El Papa argentino le concedió una emotiva y alegre entrevista estos días a Daniel Hadad, del portal Infobae, como Papa, como ser humano, como hombre de carne y hueso, aunque él es la verdadera “mano de Dios en la tierra”, no Maradona.
Me produjo alegría que camine, a sus 86 años, con paso firme, pues ya dejó la silla de ruedas, gracias a Dios. Y habló sin rodeos de su elección, de sus frases sobre aceptación de la diversidad sexual: “Quién soy yo para juzgarla”. Y se manifestó contra la criminalización en algunos países por la tendencia sexual. Queda entendido que el celibato tiene cura, pues se refirió, igualmente, a la aceptación de la Iglesia de revisarlo. “En la Iglesia hay sacerdotes casados... Todo el rito oriental es casado”, afirmó.
Se refirió a las tristes guerras viejas y nuevas, a Ucrania, claro, al drama del narcotráfico en América Latina. También, a los cambios en el Vaticano. Que los ha hecho, digo yo, pero despacio, sin llegar a arrasar ni hacer borrón y cuenta nueva. Habló sobre Nicaragua, sobre Ortega: “Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige”, expresó. O sea, no es Ortega, sino orate-ga.
En forma amena contó cositas personales. Por ejemplo, que no ve televisión desde julio de 1990. Le molestó una imagen. ¿Alguna serie de narcos? ¿Una pelea política? Y habló de querer visitar a su país y comentó que escribe a mano, que no usa celular, o sea, no ha caído en las redes. Es que por ahí a veces se mete hasta el diablo.
Y bien por no perder tiempo divino en eso, santo padre. Y como usted no necesita wifi para guiar al catolicismo, sí le pediría que le hable al Señor en favor de esta Colombia adolorida que visitó en septiembre de 2017, cuando le dejó a la juventud la misión de “no dejarse robar la alegría”. Les ha sido difícil, pues aquí se roban todo, comenzando por los celulares, que son su alegría y distracción. Dijo, aquella vez, santo Papa, que los jóvenes son la esperanza del cambio. Pida por que los gobernantes acierten, pues por ahora hay mucha incertidumbre con el cambio.
Venerado Papa, usted, que quiso estudiar medicina, ore por que el Congreso, por que san Royque y los partidos logren hacerle una cirugía de fondo a la reforma de la salud. Porque la original nos acelera la visita de la huesuda, a la que usted dijo no temerle, pero es mejor que se demore.
La Tierra nos madrugó a despertar este viernes con un sismo de 5,9 en la escala de Richter, que nos asustó a todos, en especial a muchos políticos, pues hay un cisma de casi 7 en la escala de Nico Petro.
Estamos mal. Rogad por nosotros, santo Papa. Pida que Dios nos envíe más ángeles de la guarda, pues aquí los valientes escoltas, que son como ángeles, a veces parecen insuficientes. Ya, en este 2023, han sido asesinados 20 líderes sociales. ¿Cómo será que ya atacan al encargado de la protección, que se siente que lo vigilan? Que Dios nos cuide.
LUIS NOÉ OCHOA