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Triple E

Sin la rigurosidad que amerita la acción climática es difícil salir de esta crisis.

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Vivir la adrenalina de las negociaciones climáticas es toda una experiencia: caos por todo lado, filas interminables, madrugadas que no acaban, discusiones con propósito y recurrentes sándwiches. Pero también significa múltiples reencuentros, incremento de la ambición y lo que yo quiero resaltar aquí: la “triple E”, esperanza + esfuerzo + eficiencia.
(También le puede interesar: Alianzas para la sostenibilidad)
Necesitamos de estos tres pilares para accionar las medidas climáticas que sabemos nos toca implementar con urgencia e innovación. La COP28 puso sobre la mesa, de nuevo, la prioridad de articular —agendas y actores— para aumentar los esfuerzos en diferentes frentes y así cumplir con el Acuerdo de París, aun sabiendo que ya hemos superado los dos grados centígrados desde la era preindustrial.
Aún más importante, necesitamos conectar las agendas globales de desarrollo que responden a un llamado de sostenibilidad, entre ellas, por supuesto, la agenda climática. Aunque suene cliché, “cada gota cuenta”, bien sea para transitar hacia futuros posibles para todos (respuesta positiva) o para diseñar escenarios de ingobernabilidad climática (respuesta negativa). Tenemos en nuestras manos esa decisión.
Sabemos que necesitamos de toda una comunidad internacional para unirnos y generar prosperidad en un planeta que ya cambió para siempre.
Para muchos de los que trabajamos en estos temas, la esperanza siempre será un activo que no podemos perder. Es esa fuerza vital que nos empuja siempre a seguir conectando, inspirando y proponiendo. Pero claro está, esto puede llegar a ser a veces muy desgastante.
Mi experiencia frente a esto se reduce a saber que no estamos solos afrontando esto. Sabemos que necesitamos de toda una comunidad internacional para unirnos y generar prosperidad en un planeta que ya cambió para siempre. Nos toca vivir sabiendo que lo que fue nunca volverá a ser y lo que será ahora es parte de nuestra apuesta de evolución. Es todo un reto de creatividad.
Anclado a esto, debemos contar con la eficiencia, pues sin la rigurosidad que amerita la acción climática es difícil salir de esta crisis. Una de las limitantes que hoy con recurrencia encontramos es que, a pesar de que se hace mucho, parte de esas alternativas que se están desarrollando no son acordes a las necesidades estructurales que amerita una transformación sistémica como esta.
Nos enfocamos en contabilizar nuevos árboles mientras sembramos las especies que no son en lugares que no corresponden y en tiempos que no son los adecuados. Nos dedicamos a hablar de agendas globales de sostenibilidad, pero no localizamos los retos ni las oportunidades, por ende, los gobiernos locales no saben cómo ni qué hacer. Es decir, hacemos el intento, pero, en ese andar, provocamos un efecto cascada de otros retos y desafíos interconectados que vuelven más complejo todo este escenario.
Culmino esta, mi novena asistencia a una cumbre internacional de cambio climático organizada por las Naciones Unidas, sabiendo que más que nunca necesitamos seguir activando la “Triple E”, mientras me reitero a mí misma que este es mi camino, mi propósito de vida.
Todos podemos aportar, todos deberíamos hacerlo, desde lo que sabemos hacer y desde lo que nos gusta. Aplicar el famoso método japonés Ikigai, u otros similares, quizás nos ayude a encontrar en cada uno de nosotros la fuerza vital que necesitamos para tomar la decisión. ¡Nos leemos en el 2024 para seguir inspirando, pensando y accionando!
MARÍA EUGENIA RINAUDO

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