Comienza el segundo tiempo de la istración Duque en medio de una de las coyunturas más difíciles que haya tenido que enfrentar gobierno alguno. Pasados cuatro meses desde el inicio de la pandemia, el escenario no podría ser más preocupante. Y eso que todavía no hemos llegado al pico y no hemos visto lo peor.
Según las proyecciones del Institute for Health Metrics and Evaluation de la Universidad de Washington, apoyadas por Bill Gates y validadas por muchos expertos, existen por lo menos dos posibles escenarios. En el optimista, la pandemia alcanzaría su pico en Colombia a mediados de agosto. En ese momento, fallecerían 675 personas por día –más del triple de las 211 personas que murieron el viernes pasado–. Y, además, se requerirán 6.720 UCI de las 7.300 que existen hoy en todo el país, con lo cual quedarían solo 600 para las demás enfermedades.
Este escenario, de por sí preocupante, no es fácil de lograr. Para alcanzarlo será necesario regresar al estricto confinamiento, por lo menos en algunas zonas donde hay focos de contagio. Y esto suponiendo que se mantenga el distanciamiento social y el uso generalizado de tapabocas como parte del comportamiento consuetudinario de la población. De no hacerlo, la situación podría ser mucho peor.
El segundo escenario es el que puede darse si seguimos por el camino por el que vamos. Los expertos de Seattle proyectan un pico de 2.500 muertes por día en septiembre, en parte como reflejo de la incapacidad del sistema hospitalario para atender los pacientes graves.
En la parte económica, aunque ya tocamos fondo, la situación está lejos de normalizarse. El consumo de gasolina es ilustrativo: de seis millones de millones de galones por día –el consumo normal– la demanda bajó a dos millones de galones en abril, pero ya se ha recuperado a cuatro millones de galones. Estamos a mitad de camino.
Lo mismo puede decirse de las compras con plástico (crédito o débito), que son un buen termómetro de lo que está pasando con los hogares. Comparado con 2019, cayeron 56 por ciento en la primera semana de abril. La semana pasada –que incluyó un día sin IVA– en todo caso cayeron 26 por ciento. Las cosas ya no están tan mal, pero siguen fuertemente en rojo.
Pandemia en ascenso –al menos por unas semanas– y recuperación en marcha: esa parece ser la síntesis de lo que está pasando.
Sin embargo –por paradójico y contradictorio que suene–, para que esto efectivamente pueda ser así, vamos a necesitar más confinamiento por un tiempo –no mucho–, especialmente en Bogotá y todas las capitales del Caribe, así como en las principales ciudades del Pacífico. Sin embargo, estos no son los únicos municipios que están en rojo y requieren medidas fuertes, como lo muestra el mapa publicado esta semana por el Ministerio de Salud. La noticia positiva es que la mayoría de municipios no tienen casos de covid-19 y no deberían hacer parte de los confinamientos severos.
En todo caso, no hay que formarse falsas expectativas. Después de una crisis como la que estamos viviendo, quedan secuelas que se toman mucho tiempo en desaparecer. Ya se ha hablado mucho del empleo. Enganchar trabajadores es un proceso lento, lleno de incertidumbres. Recuperar la confianza es también difícil. Por ejemplo, después de la crisis de 1999 –cuando la economía cayó 4,2 por ciento– la confianza de los consumidores tuvo que esperar hasta mediados de 2003 para entrar de manera duradera en terreno positivo. Esto es lo que ocurre cuando el desempleo sube mucho y los ingresos de los hogares caen fuertemente, como está ocurriendo ahora.
Por eso, aun después del covid-19 se seguirá hablando por mucho tiempo del empleo. Será, sin duda, el tema central durante el segundo tiempo del actual gobierno –y uno de los ejes principales de la campaña presidencial de 2022–. Vale la pena recordar que en la economía lo que genera puestos de trabajo es la confianza –más que el gasto público–. Esa confianza se construye con una carta de navegación creíble, no con anuncios sobre lo que se hará mañana o pasado, ni con metas que resulten imposibles de lograr. Ignorar los temas difíciles, por tentador que parezca, es un grave error.
Mauricio Cárdenas