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De tierras gallegas a Buenos Aires y Helsinki

Revisión de Las bestias, Los delincuentes y Hojas caídas.

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PERIODISTA CULTURAL Y CRÍTICO DE CINEActualizado:

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Un estreno muy esperado en salas y dos títulos de Cannes 2023 programados por el BIFF (Bogotá International Film Festival): drama campesino sobre la xenofobia y las hostilidades hacia los que no son de Galicia, relato personal del estratégico plan de robo de un empleado bancario y melodrama otoñal o comedia triste minimalista de bares pobres y borrachos botados del trabajo en plena zona portuaria.
(También le puede interesar: ¿Cómo quedará el país?)
Las bestias (As bestas, Rodrigo Sorogoyen). Melodrama social y tragedia humana en aislados parajes montañosos de Alta Galicia –provincia española que mantiene su idiosincrasia regional asociada con una lengua propia, la pobreza legendaria de sus construcciones y el éxodo de sus adultos–. Veterano matrimonio francés abandona su hogar parisino para someterse a los esfuerzos individuales de reformar una rústica cabaña de piedra, cultivar la tierra, vender sus productos en el mercado local y enfrentarse a los marginados pobladores de una región sumida en el abandono y exilio de jóvenes y adultos.
Desde su prólogo, jinetes torturan a caballos salvajes en una secuencia metafórica y de rigor escénico que se repetirá al final con bestias humanas. Cultivadores de tomates y otras verduras, en faenas agotadoras y afanes por hacerse con un patrimonio justo, se ven entorpecidos por maldades o saboteos de sus paisanos quienes no toleran el enriquecimiento de extranjeros en sus propias narices. Narración lineal, inmiscuida en el alma emprendedora y las angustias propias de quienes se sienten rechazados y vulnerables.
El día a día de las actividades agropecuarias alterna rítmicamente con descripciones paisajísticas desoladoras y la visita de una hija casada dispuesta a llevarse consigo a sus progenitores al no soportar más amenazas y humillaciones de raizales desclasados. Es que los gallegos han sufrido a su vez de discriminaciones territoriales que se remontan a la ocupación por fuerzas napoleónicas y el desinterés histórico de la corona española. Entre sus virtudes narrativas y formales: ritmo sostenido en el tiempo secuencial, continuidad de naturaleza romanesca, conducción justa de actores y soluciones escénicas de rutina en gallego, francés y español.
Los delincuentes (Rodrigo Moreno). Filme postulado por Argentina al Óscar internacional 2024, estuvo en mayo pasado en la sección de Cannes ‘Una cierta mirada’. Su primera parte de casi dos horas transcurre al interior de un banco bonaerense perfilado en divisas extranjeras en donde sus antiguos empleados realizan múltiples funciones: atención a los s como cajeros, contadores y revisores de transacciones, traslado y encerramiento de los fajos de billetes, supervisión y control electrónico de sus activos.
Hasta aquí todo parecería normal, rutinario, pero se ventila el siguiente dilema por uno de sus laboriosos trabajadores: “prefiero pagar tres años de cárcel y no esperar veinte años más para acceder a una modesta pensión”. El astuto plan para apropiarse del monto multimillonario, que permanecerá escondido en un paraje pedregoso por un compañero despedido, será cumplido al pie de la letra cuando el primero confiesa el delito y se dispone a cumplir la pena después de una exhaustiva investigación de la aseguradora.
Su segunda parte, que dura una hora más, pierde su fluida narrativa lineal para establecer un paralelo de las expectativas del ladrón (Morán) y las tensiones desbordadas sobre su incrédulo compinche (Román); con amplias descripciones del entorno geográfico y los seguimientos o comunicaciones entre la cárcel y el escondedero, relaciones casuales con dos hermanas enamoradas (Norma y Morna) y… cantos de libertad que adelantan el prolongado tiempo de espera para repartirse el botín. ¡Vale la pena verla!
Hojas caídas (Fallen Leaves, Aki Kaurismaki, Finlandia). Premio del jurado en Cannes 2023 y selección finesa al Óscar del año que viene. Comedia romántica dotada de melancolía, sensibilidad y esperanza. Una lavaplatos y aseadora de escombros, solitaria y desenamorada, asiste regularmente con sus amigas solteronas a un bar karaoke frecuentado por obreros borrachos y desempleados adictos al vodka. Es allí donde conoce a un cantante frustrado de tangos y boleros que sufre de discriminación laboral por alcohólico y fumador compulsivo.
Reminiscencias del cine mudo y el teatro del absurdo, cámara cuasi-estática y personajes tristes o taciturnos que hacen gala de un humor lacónico y de diálogos mordaces con máxima economía de recursos escenográficos y anécdotas reducidas a lo esencial. Pero no todo Kaurismaki es amargo, melancólico y de tonalidades trágicas, también tiene su lado entre picaresco, pop y surrealista que bien podría llamarse tragicómico.
Caracterizado por el cultivo de historias sencillas y anécdotas reducidas a lo esencial, además de modestos presupuestos en sus producciones, las comedias dramáticas de Kaurismaki poseen un sello personal y un estilo simple, pero categórico, que se sirve de la memoria borrosa del pasado y del afán de sobrevivir en sociedades contemporáneas de trazos globalizados. De líneas creativas fácilmente reconocibles, presentes en casi todas las piezas del autor minimalista por excelencia. Desde ‘nubes pasajeras’ (una camarera) y ‘luces al atardecer’ (un vigilante nocturno), más ‘un hombre sin pasado’ (indigente amnésico por burundanga), al ‘puerto de la esperanza’ (Le Havre) y ‘el otro lado de la esperanza’ (amistad de un lustrabotas y un inmigrante sirio).
MAURICIO LAURENS

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