Los arrepentidos

Dedicado a trinar en su cuenta de Twitter sin el debido rigor en el manejo de los datos, el presidente Gustavo Petro anunció el miércoles: “Después de arduas labores de búsqueda de nuestras Fuerzas Militares, hemos encontrado con vida a los 4 niños que habían desaparecido por el accidente aéreo en Guaviare...”.

Petro se dejó engañar por una cuenta falsa atribuida al mindefensa, Iván Velásquez, y en vez de llamarlo para confirmar, se apropió de la supuesta buena nueva con el uso de la primera persona del plural. Horas más tarde, presentó disculpas. Ojalá, al publicar esta columna los niños hayan aparecido, porque al dolor de su familia se agregó esta semana la tortura de la falsa noticia presidencial.

El lanzamiento en Twitter o desde el balcón del Palacio de cualquier idea que le recomiendan y que defiende con osados juegos argumentales ha desplazado la disciplina de trabajo, el estudio juicioso de los temas y el seguimiento a la ejecución.

El filósofo español Fernando Savater, mente lúcida como pocas en Iberoamérica, definió a Petro: “No se puede ser más provocativamente ignorante”. La comparación con Donald Trump resulta inevitable: no solo por lo que dice Savater y que también distingue a Trump, sino por el afán de ambos por trinar sin el menor rigor.

Exceso de trinos y escasez de gobierno han colmado la paciencia de muchos votantes petristas que despliegan en los medios sus críticas al Presidente, y hasta se declaran arrepentidos.

La fila de contritos se alarga día a día, y va desde exministros de Hacienda como Rudolf Hommes hasta líderes políticos, académicos, periodistas y gente de la cultura.

Francisco Leal, respetado politólogo con una sólida formación de izquierda, y quien votó por Petro en segunda vuelta, hizo de él una cruda radiografía en su columna de ‘El Espectador’: “Tuits sobre cualquier idea que se le ocurra, (...) peroratas, opiniones sobre lo divino y lo humano...”.

El popular periodista Guillermo Prieto, más conocido como Pirry, dijo que había votado por el cambio pero que veía en el Gobierno el mismo clientelismo de siempre.

El actor Robinson Díaz contó que votó por Petro pero que “lo que está sucediendo con el hijo (Nicolás) es espantoso, qué pesar, se le enredó la película a Petro”. Y a la minminas, Irene Vélez, le dijo Díaz: “Ya bájale a la marihuana”.

El actor Santiago Alarcón, otro elector de Petro, declaró: “Votamos con la ilusión de no ver lo mismo de siempre y hoy seguimos con masacres, policías asesinados, corrupción, etc.”. Y en cuanto a los trinos, le recomendó: “Vaya a configuración y revise cuánto tiempo del que está gastando en el celular lo puede usar para ejecutar lo que prometió”.

El mundo de las artes se alarmó, con razón, cuando Petro sacó a la mincultura Patricia Ariza, prestigiosa gestora cultural. Encargado de la cartera está Jorge Zorro, un músico amigo de la primera dama, Verónica Alcocer.

Por eso, 1.500 artistas y gestores del sector suscribieron una dura carta: “No hay un rumbo cierto en el Ministerio, lo que hoy sucede en esta cartera no representa una visión progresista de las artes y la cultura”.

Firman artistas, académicos y escritores como Margarita Rosa de Francisco, Julián Román, Adriana Lucía, Jesús Abad Colorado, Yolanda Reyes, Fabio Rubiano, César López, Andrea Echeverry y cientos más. Qué fácil se ilusionaron con Petro, a quien no se le conoce gran afición por la lectura, ni por la historia ni por las artes, otra similitud con Trump.

No debe sorprender que estas críticas provengan justamente de gente de la izquierda, sector que apoyó, casi de manera unánime, a Petro en las urnas. Son personas aterradas de ver lo mal que lo hace el primer mandatario de esa corriente en la historia del país. Asumen, con razón, que semejante desastre puede condenar a la izquierda a muchos años lejos del poder.

MAURICIO VARGAS

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