Iniciándose los 70 ya estábamos los nadaístas de todas las regiones del país decididos a marchar en sandalias a la isla de Providencia, provincia del cielo, donde un irador irrestricto sanandresano a quien había engatusado revelándole que íbamos en pos de la anhelada santidad, pues habíamos recibido la Revelación de que allí se gestaría nuestra conversión, nos había prometido el regalo de unas tierras y su ayuda para construir una modesta pagoda, que en un principio nominé El Nadasterio y X-504 complementó como El Nadasterio de los Monjes Juguetones. Ya habíamos sido huéspedes, en grupo, del mandatario Jácome de las islas en agradecimiento por las crónicas que el irreverente profeta Gonzalo Arango había escrito en la revista Cromos bajo el título 'San Andrés, un paraíso con alcalde'.
No habían aparecido aún los hippies con el proyecto de las comunas para aislarse de las redes del establecimiento. Nos había surgido la idea de "los hombres ebrios de Dios", eremitas del viejo Egipto de la época de Pacomio. Yo era el más entusiasta, impulsado por unos espíritus superiores que me habían reclutado a través de la ouija. Allí encontraríamos nuestra realización espiritual y el seguro soplo en nuestro espíritu santificado. De pronto recibí notificación de Jaime Jaramillo Escobar, quien ya había dejado el X-504 en la firma de los Poemas de la ofensa: "Se acabó la bobada del Nadasterio. Gonzalo y yo hemos decidido publicar la revista Nada, anunciada en el Primer manifiesto, con el nombre de Nadaísmo 70, para enfrentar con toda la gana y toda la garra al establecimiento sombrío". Como quien dice, a guerrear, cuando despuntaba el hippismo del que habíamos sido los precursores. Y hasta allí llegó nuestra expectativa de redentores redimidos unos a otros en nuestro anhelado y nada desangelado recinto.
Y arrancó la revista Nadaísmo 70. Casi todos colaboramos alborozados. Era la crónica del país y del mundo a través de las lenguas más afiladas y afiliadas al exabrupto. Gonzalo dirigía y conseguía los avisos directamente en las gerencias de sus iradores y Jaime asumió la gerencia y el diseño.
Que una revista que se publica hace algo más de 50 años en Colombia, por una parranda de inadaptados con pretensiones vanguardistas, despierte el interés de lectores en Brasil, es motivo de asombro.
En el camino, Gonzalo recibió una invitación a Providencia, con Pablus Gallinazo, a perorar y cantar. Una vez instalado en tal paraíso, su amigo el pintor nadaísta Samuel Ceballos le hizo comulgar con una hostia lisérgica de LSD Morning Blue. O sea que entró en el paraíso al cuadrado. Y vio pasar a una caminante joven y hermosa a la que se le acercó y se abrazaron. El paraíso al cubo. Era Angelita Hickie, incansable de voltear por el mundo desde Inglaterra. Se hicieron amores de entrada. Él le habló de su nadaísmo. Ella aterrada desde su corazón anglicano le dijo que eso era una actitud demoníaca. Que estaba condiciendo a la juventud por el desfiladero. El profeta le comió cuento y en nombre del amor y de tal revelación decidió mandar el nadaísmo a los infiernos. Y cerró la revista. Pero sus discípulos no podíamos desprendernos del "evangelio de la nueva oscuridad" que nos había inculcado, y seguimos con la brocha en la mano. Cuatro años después murió, después de haber renunciado, además, a la carne, al cigarrillo y la prosa. Prácticamente en olor de santidad. Los demás continuamos dándole manivela al "inventico", hasta que fuimos muriendo, uno a uno, incluso yo, aunque supe resucitar de inmediato.
Recibo desde Río mensaje de Thais Medeiros, editora y profesora de literatura, quien me informa: "Me pongo en o con motivo del proyecto de traducción y publicación de las revistas Nadaísmo 70 en Brasil. Me permito solicitarles una carta de autorización para este fin. Otra noticia es que debido al interés y demanda de mucha gente, estoy pensando imprimir una nueva edición (tirada de 100 ejemplares) de la publicación que hice de María de las Estrellas". ¡Recórcholis! Que una revista que se publica hace algo más de 50 años en Colombia, por una parranda de inadaptados con pretensiones vanguardistas, despierte el interés de lectores de un país como Brasil, y lo mismo la obra de una niña poeta muerta a los 13 años hace 43, es motivo de asombro por donde se le mire.