En nueve meses se realizarán elecciones para alcaldes, concejales, juntas as locales, gobernadores y diputados. Que se enciendan ya las alarmas en amarillo, por los riesgos que se ciernen sobre la democracia.
En materia de organización política y electoral hemos retrocedido. La atomización de los partidos políticos ha generado desorden, falta de coherencia e identidad ideológica que deja beneficios a hábiles oportunistas manejadores del poder, porque “en río revuelto, ganancia de pescadores”.
A los altos precios que se sienten en la canasta familiar y a la incertidumbre nacional derivada de maratónicos anuncios de reformas que terminan siendo globos lanzados al aire para distraer se suman riesgos en el proceso electoral.
Violencia. La inactividad obligada de la Fuerza Pública, la apertura de puertas en las cárceles y los enfrentamientos entre grupos ilegales ponen en riesgo a los candidatos que no se plieguen, sin que se conozca el plan de protección que exige estrategia especial.
Dineros ilícitos. La corrupción, el narcotráfico y demás economías que operan fuera de la ley vuelven a imponer sus condiciones a través de las exorbitantes sumas que inyectan a las campañas, a cambio de lograr complacencia y dominio en los territorios de su interés.
El sistema electoral. La gran mayoría de las personas no se detiene a entender cómo funcionan las elecciones, cuando es en las formas de la política en donde están la semilla de la confusión, la falta de propuestas y, por tanto, de respuestas a las necesidades básicas.
Los avales necesarios para que los candidatos participen en las elecciones se convirtieron en mercancías, en razón a que la laxitud en la entrega de personería jurídica a nuevos partidos políticos completó la absurda suma de 28 colectividades, que en su mayoría no buscan programas en beneficio de la gente sino la posibilidad de hacer coaliciones, y con ellas tener negocios.
Partidos de garaje que para justificar electores venden la inscripción de candidaturas a concejos municipales, mientras permiten que candidatos a gobernaciones y alcaldías pongan sus fichas para garantizar mayorías en las corporaciones, sin que los elegidos representen realmente al partido por el cual se presentan. La proliferación de listas permite más dinero gastado y crea la sensación de fuerza del candidato que acumule más partidos a su alrededor.
A nivel global se tiene identificado que el uso ilícito de la tecnología, las noticias falsas y las campañas de desprestigio a través de redes sociales generan riesgo para la democracia
Aunque hay un calendario electoral que limita la campaña a seis meses, la recolección de firmas se convirtió en otra estrategia para eludir los tiempos y los topes de gastos que oficialmente se fijan, pero que a la larga nadie cumple.
Desinformación. A nivel global se tiene identificado que el uso ilícito de la tecnología, las noticias falsas y las campañas de desprestigio en redes sociales generan riesgo para la democracia. En los últimos días confirmó oficialmente Twitter que desde algunos países se influye en elecciones ajenas. Además, está probado que ataques cibernéticos atentan contra la seguridad, el orden público y hasta cifras de resultados electorales.
Ignorancia. La falta de educación en la ciudadanía hace que las decisiones electorales se tomen en medio del tráfico de la necesidad y la pobreza. Miles de personas votan sin saber qué proponen o representan los candidatos, y después no tienen ante quién quejarse.
Indiferencia. A la mayoría de quienes tienen comodidades les da pereza la política. No se preocupan por entender cómo funciona el sistema y de ser guía para otros.
La exclusión. Mucho se habla de minorías y de la participación equitativa de mujeres y hombres. Lo cierto es que cada día es más difícil presentar una candidatura cuando no se está en la rosca que impone condiciones a su antojo en un municipio o departamento.
La democracia es el sistema político que garantiza las libertades, sus riesgos solo pueden superarse si todos estamos dispuestos a defenderla.
NANCY PATRICIA GUTIÉRREZ