Hace un año dije en esta columna que el nombre de la nueva pandemia era la “estanflación”, término mediante el cual se define la economía de un país que cae en recesión o que se estanca y cuya inflación se desboca, lo que necesariamente impacta el empleo y su estabilidad. Algo así como que a un paciente le den al mismo tiempo cáncer y sida.
No me equivoqué. A estas alturas, el Fondo Monetario Internacional afirma que la mayor parte de los países de Europa atravesarán una estanflación. El Banco Mundial y la Ocde coinciden en el diagnóstico y anticipan que, con excepción de las economías asiáticas, el crecimiento económico de Estados Unidos y Suramérica será modesto, mientras la inflación seguirá siendo el gran problema global. Por ejemplo, en Argentina, Brasil y Chile circulan vientos de estanflación para el año que comienza.
El impacto que tiene el aumento de los precios sobre los salarios reales y, en general, sobre las condiciones de vida de la gente, llevó a la Ocde a afirmar que “combatir la inflación tiene que ser nuestra principal prioridad política en este momento”. Debe esperarse, entonces, que los bancos centrales endurezcan sus políticas monetarias, particularmente en aquellos países en los que no cede el incremente generalizado de los precios, por lo que los tipos de interés subirán, los platos rotos los terminarán pagando las empresas y los deudores hipotecarios, principalmente, y sufrirá el PIB.
Entre nosotros, los titulares de prensa y las autoridades le conceden más importancia al crecimiento económico. El debate sobre la inflación es pobre y poco agudo, lo que facilita que el alto Gobierno no se refiera a este asunto, con excepción del minhacienda, quien –como parte de su buen oficio– vive rociando el jardín con altas dosis de optimismo, cuando lo cierto es que los precios, especialmente los de los alimentos, no ceden y están asfixiando a la ciudadanía en estas primeras semanas del año.
Tenemos que ser muy indolentes para no hacer nada, a sabiendas de que son los sectores más pobres los que la están pasando muy difícil
Tenemos que ser muy indolentes para no hacer nada, a sabiendas de que son los sectores más pobres los que la están pasando muy difícil. Sabemos que una ‘baguette’ para el almuerzo ‘colombo-francés’, que costaba al final del año $ 3.700, hoy vale más del doble. El arroz está por las nubes, al punto de que el propio Dane afirma que su precio ha crecido un 54 %. Un huevo se compra en $ 666, por lo que desapareció de la dieta popular. Al igual que la carne, que aumentó en un 20 % para el Dane, pero en las carnicerías el valor de una libra de costilla se duplicó y la de lomo pasó de $ 17.000 a $ 27.000. Y ni hablar de la leche.
El problema es de la canasta familiar y también de los insumos de la agroindustria. El bulto de maíz peto, con el que se hacen las arepas, costaba $ 70.000 y ya vale $ 160.000; el bulto de almidón de yuca de 50 kilos para los buñuelos pasó de $ 180.000 a $ 600.000, y una garrafa de aceite de soya de 20 litros subió de $ 70.000 a $ 170.000. Todo en menos de tres meses.
La inequidad se extiende a las regiones. La inflación anual en las siete capitales de los departamentos caribes estuvo muy por encima de la inflación nacional en el 2022. Frente a este panorama, urgen acciones concretas que estimulen las cosechas en el corto plazo y focalicen estratégicamente subsidios relevantes a los campesinos y para los insumos. Mientras tanto, minagricultura se dedica al monotema de compra de tierras y, para colmo, al terminar el año concluyó que el problema de los precios de los alimentos es estructural y no de oferta, como producto de la pobreza en el campo, por lo cual –dijo– el enredo está “lejos de resolverse”. ¿Con esta teoría debemos perder toda esperanza contra la inflación, de la misma manera como se nos esfumó el pan de $ 200?
Taponazo. Con buen tino, los americanos nos dicen que la paz total no avanzará si no resolvemos el problema de los cultivos ilícitos... mientras tanto, la Policía sólo erradicará 20.000 hectáreas este año. ¿Para dónde vamos?
NÉSTOR HUMBERTO MARTÍNEZ NEIRA