La Navidad, además de alegría, siempre nos trae muchos niños y personas adultas quemadas con pólvora, sin que hasta el momento las autoridades hayan logrado contener este creciente problema, donde la única solución posible es que la manipulación de este producto, tan peligroso, solo la hagan personas expertas, a través de juegos pirotécnicos.
En la Navidad de 2023 el Instituto Nacional de Salud reportó 1.357 quemados por pólvora, que representan un 17 % más de los casos que se reportaron en diciembre de 2022. De estos casos, 426 víctimas fueron menores de edad, que representan un incremento del 19,3 %. Entre 2019 y 2023 el número de quemados creció en un 90 %, se pasó de 710 casos en 2019 a 1.346 en 2023.
Entre 2010 y 2023, según los reportes del Instituto Nacional de Salud, se han presentado 13.487 quemados por pólvora, y si se les ponen los costos económicos por la atención en salud, que en promedio por paciente son de diez millones de pesos, se tiene que los costos totales superarían los 130.000 millones de pesos, sin contar el resto de quemados que suceden a lo largo de cada año.
Hay que anotar que estos son solo los costos en que incurre el sistema de salud, sin tener en cuenta otros que producen las lesiones y los muertos por pólvora, como son los costos de rehabilitación, tales como cuidados en un sanatorio, terapia física, terapia de lenguaje, terapia ocupacional, gastos en el cuidado de los lesionados e incapacidades. Como se puede ver, los costos expuestos son una pequeña parte de los costos totales que producen las lesiones por pólvora. Esto sin contabilizar los cuantiosos recursos que invierten los distintos gobiernos nacionales y locales en campañas publicitarias para que los ciudadanos no utilicen pólvora.
Frente a esta grave situación, que parece no tener fin, se propone, por ahora, que el uso de la pólvora se limite a los espectáculos pirotécnicos, realizados por profesionales con todas las medidas de seguridad, y no permanezca en manos de ciudadanos inexpertos que de manera irresponsable manipulan estos productos y producen lesionados y muertos, especialmente niños y niñas.
Seguramente se argumentará que esta solución es muy costosa, pero no lo es si se comparan los costos que produce la utilización indiscriminada de pólvora por parte de los ciudadanos comunes.
El presidente Gustavo Petro podría prohibir el uso de la pólvora por parte de los ciudadanos comunes y corrientes, es decir que en todo el territorio nacional solo se autorizarían espectáculos pirotécnicos realizados por expertos.
Sin desconocer la problemática social, económica y política que puede provocar una solución de estas características, frente a los productores de artículos pirotécnicos y sus familias, el Estado nacional y el territorial (alcaldes y gobernadores) pueden asumir, en el mediano y largo plazo, un proceso de reconversión laboral orientada hacia los productores que no van a seguir con la actividad como expertos productores de espectáculos pirotécnicos.
Seguramente se argumentará que esta solución es muy costosa, pero no lo es si se comparan los costos que produce la utilización indiscriminada de pólvora por parte de los ciudadanos comunes y corrientes, en términos de lesiones, vidas, los efectos sobre los animales, el medioambiente y los daños materiales que se producen por incendios.
Frente a esta propuesta, estoy seguro de que algunos alegarán el derecho al trabajo y algunos otros el derecho al desarrollo personal y cultural “porque los colombianos celebramos con pólvora desde hace muchos años y es tradición desde los chinos”. Sin embargo, hay que recordar que por encima de esos derechos están los derechos fundamentales a la vida e integridad de los niños y las niñas, sin los cuales no se pueden ejercer los demás derechos o se pueden ejercer de manera limitada cuando se pierde la vista, las manos o cualquier parte del cuerpo.
Ojalá avanzáramos por este camino, pero seguramente contará más el cálculo político de la pérdida de los votos de los polvoreros y sus familias que la garantía de la vida y la integridad de los niños, niñas, demás ciudadanos y de los animales que sufren mucho durante la temporada de Navidad.