El 7 de agosto de 1819, las tropas comandadas por Bolívar y Santander, el organizador de la victoria, como lo definió el Libertador, sellaron la independencia de la Nueva Granada. Es menester recordar esta fecha con denuedo, sobre todo, a las nuevas generaciones, pues hoy la historia patria poco se enseña en los planteles educativos.
Escribió David Bushnell (1923-2010), conocido como el decano de los colombianistas norteamericanos, en su libro, Colombia: una nación a pesar de sí misma: “A la cabeza de un ejército mixto de venezolanos, neogranadinos y voluntarios europeos, cruzó los Llanos en época de lluvias, durante las cuales vastos trechos estaban inundados, y luego escaló los Andes por caminos que alcanzaban hasta 4.000 metros de altura. En los primeros encuentros con el enemigo, luego de ganar los altiplanos, Bolívar casi sufrió una derrota, pero el 7 de agosto de 1819, en Boyacá, en el camino entre Tunja y Bogotá, obtuvo una victoria fundamental”.
La batalla de Boyacá, desde el punto de vista táctico, fue una suma de puntos de decisión que condujeron a la gran victoria política, convirtiéndose en el turning point de la campaña libertadora y la plataforma de la naciente República de Colombia. Fueron determinantes el liderazgo estratégico de Bolívar, su arrojo y visión; sumado al intelecto, carácter implacable y carisma de Santander. Una mezcla de personalidades explosiva que a la postre sacaría lo peor de ambos líderes.
Hace 7 años, el Ejército Nacional lanzó la renovada doctrina Damasco, un nuevo pensamiento militar que revolucionó la forma de gestionar los componentes de capacidad.
El historiador y antropólogo Luis Horacio López Domínguez escribió recientemente acerca del Hombre de las Leyes, en la revista Credencial: “Diariamente Santander recorría el trayecto desde la plaza de San Francisco hasta la plaza mayor, donde despachaba. El o con el pueblo era cotidiano, se detenía en las tiendas de la Calle Real, intercambiaba saludos con las damas. Le gustaba pasearse en las tardes por el atrio de la catedral —en cuyo subsuelo se enterraron los primeros españoles— para auscultar la opinión de sus amigos.
El decreto n.o 1461 del 17 de julio de 1978, siendo comandante del Ejército el general Jaime Sarmiento, ministro de Defensa el general Abraham Varón Valencia y presidente de la República Alfonso López Michelsen, estableció el 7 de agosto como el día oficial de la institución, recordemos sus numerales: 1. Que es deber del Gobierno reconocer y destacar los servicios eminentes prestados a la Nación colombiana; 2. Que el Ejército colombiano desde su creación se ha consagrado fielmente, con aquilatado espíritu profesional y profunda vocación patriótica a la defensa de la soberanía nacional y a la preservación del orden interno de las instituciones legítimamente constituidas; 3. Que el Ejército, a lo largo de su meritoria existencia ha realizado las más hermosas jornadas por la causa republicana y ofrecido a la Nación, como ejemplo digno de perpetuar en la historia y de exaltar ante las generaciones por venir, el sacrificio heroico de numerosos oficiales, suboficiales y soldados; 4. Que el 7 de agosto de 1819 se cumplió en el puente de Boyacá la batalla decisiva de la gesta emancipadora, feliz acontecimiento que cubrió de gloria a las armas de la República y consagró la independencia definitiva del pueblo colombiano; 5. Que es necesario mantener vivo el culto a los valores de la nacionalidad y el respeto a las tradiciones que constituyen el patrimonio histórico y razón de legítimo orgullo para los colombianos; 6. Que es un imperativo de justicia que en la vida nacional se señale una ocasión de especial dimensión histórica para rendir tributo de iración, de afecto y respeto a quienes, como los del Ejército, de ayer, de hoy y de siempre han dedicado sus vidas al servicio de la patria y de sus conciudadanos.
A través de esta columna, envío un fraterno saludo a todos los hombres y mujeres que integran el glorioso Ejército Nacional de Colombia, muchas gracias por el sacrificio que hacen día tras día por el pueblo colombiano. En tiempos de crisis, siempre este ejército será garantía de respeto y acatamiento a la Constitución Nacional, al poder civil y a los preceptos del Estado social de derecho. ¡Feliz aniversario! ¡Patria, honor, lealtad!
Esquirla: Hace 7 años, en ceremonia especial un 6 de agosto, en la Escuela Militar de Cadetes General José María Córdova, el Ejército Nacional lanzó la renovada doctrina Damasco, un nuevo pensamiento militar que revolucionó la forma de gestionar los componentes de capacidad: Doctrina, Organización, Material y Equipo, Personal, Infraestructura, Liderazgo, Educación/Entrenamiento y Mantenimiento. Todo un hito en el planeamiento y ejecución de las operaciones militares. Quisieron debilitarla, por mezquindades políticas y ceguera estratégica, generando un grave retroceso profesional; pero afortunadamente se mantuvo, pues sus raíces son profundas en las nuevas generaciones y hoy es la doctrina actual de la institución, empleada también en el nivel conjunto.
Muchas gracias a los comandantes del Ejército, que apoyaron como corresponde, esta trascendental evolución, son ellos los señores generales: Sergio Mantilla Sanmiguel, Juan Pablo Rodríguez Barragán, Jaime Lasprilla Villamizar, Alberto José Mejía Ferrero, Ricardo Gómez Nieto y Nicacio Martínez Espinel.
PEDRO JAVIER ROJAS