He publicado 1.827 columnas en 36 años. Llegué a EL TIEMPO por invitación telefónica de don Hernando Santos Castillo, quien cinco días después así me saludó en su columna editorial: “Bienvenido, Poncho Rentería, el Director de EL TIEMPO se dejó seducir por sus columnas en la revista Hoy por Hoy, y lo invitó a colaborar; en su familia unos lo calificaron de loco, otros no. Los lectores decidirán sobre los agradables comentarios, irreverentes, picarescos, graciosos de Poncho Rentería”.
Tremendo problemón me gané aceptando columna sin tener idea del estilo, temas y el tono. Yo venía de ser cuatro años un parlamentario casi aplicado y buscaba el ocio. Por eso, en la primerísima columna escribí: “No acepto ser columnista de EL TIEMPO, porque exige disciplina, cordura y juicio”. Elemental, asustaba compartir página con Alfonso López Michelsen, Abdón Espinosa Valderrama y Enrique Santos Calderón...
Envié esa primerísima columna deseando que no fuera publicada. Pero al director le gustó por informal y me dijo: “El tono me gustó, siga adelante”.
Ser columnista es difícil, exige mucha sensatez y es feo hacer gobiernismo adulador insultando al que critica al Gobierno. Punto.
Tuve cuatro exigentes directores: Hernando Santos Castillo, Rafael y Enrique Santos Calderón y Roberto Pombo, y salí ileso. Mi aplauso, por invitarme a EL TIEMPO, al demócrata, anti-franquista, liberal y antifascista Hernando Santos porque le gustó el tono y el no “creerme un estadista iluminado”.
Ser columnista de EL TIEMPO me creó problemones con exalcaldes y exgobernadores costeños adictos al “robo-rebusque-millonario” en hospitales, acueductos y colegios. Gracias a este diario pasé a comentarista radial y televisivo en Caracol, a columnista de El País y la revista Aló.
Año 2023 y gocen con paciencia este improvisador gobierno que planea un exótico ferrocarril aéreo de Buenaventura a Barranquilla y comprar aviones guerreristas innecesarios en torpe “nuevorriquismo derrochón”.
Veo señoras ineptísimas en cargos muy delicados porque el tibio ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, le permitió al presidente Petro cometer antipáticos amiguismos.
Desde Bogotá les deseo rico ocio a los veraneantes. El año próximo, paciencia y soportar las chambonadas de la alcaldesa Claudia López y de tres ministras muy opinadoras. Por hoy, reciban de este señorero columnista un cordialísimo “buenas-buenas”.
PONCHO RENTERÍA