Ingrid Betancourt habla ahora en la Comisión de la Verdad frente a sus verdugos, los ‘farcos’, hoy parlamentarios. Será duro para ella verles la cara, ahora de prohombres del pacifismo, y recordar que ellos la humillaron, como a Clarita Rojas y a cinco mil víctimas que sufrieron el secuestro canalla y cobarde en las catacumbas de las Farc.
Hoy, Ingrid también debe pedirles perdón al país y al Ejército por su descomunal irresponsabilidad al irse tercamente a zona de peligro culpa Farc. Le creó al país un problemón costoso al exponer vidas de militares y centenas de millones al rescatarla. Ella debe hacerse una severa autocrítica y apartar por minutos su subido ego.
Ingrid, por arrogante, ninguneó las advertencias del DAS caqueteño. La secuestraron y fue seis años irrespetada por esos guerreristas. La liberaron porque el presidente Uribe ordenó rescatarla y por los militares que por ella se jugaron la vida. Antenoche, Ingrid conversó con Yamid Amat, de CM&. La miré mucho: serena, guapísima, traje negro de Valentino, muy prudente, cero show. Ingrid no anda en el dañino infantilismo político hoy de moda entre algunos sindicalistas, impulsores del torpe paro nacional. Madame, perdón, señora Ingrid Betancourt: no olvide hoy pedirle perdón al país. Punto.
Es fallido dar consejos, pero lo hago porque ya soy un veterano en este injusto mundo. Aconsejo a los señorones sindicalistas mandantes en el Comité del paro que cancelen las marchas que preparan para el 20 de julio en Bogotá. No lo pido por aguafiestas, es que Bogotá pasó de 22.000 fallecidos por la pandemia y pinta agravarse. Señores del Comité del paro, pasan de 100.000 las víctimas del covid, ese que desafiaron varios miles de manifestantes en irresponsable intercambio de estornudos. Señores sindicalistas e intelectuales, cuídense del vitrinero locuaz José Miguel Vivanco y, por favor: no inviten a manifestaciones, se los exige el respetable equipo sanitario, médico que se juega la vida cada día ahora que la calavera nos ha bailado cerca. Punto.
Mujeres en la peluquería. A varias les disgustó que el cachaquísimo Germán Vargas Lleras pusiera a circular el horroroso adjetivo ‘rechimbas’. Una bogotana, exalumna del bien hablado Gimnasio Femenino, se lo censuró por pisoteo idiomático y sentenció: “El precandidato Vargas Lleras debe hacer un curso remedial de siete semanas sobre gramática y buen idioma”. Miles lo necesitamos. Punto. Leyó Lulita Arango esta ‘cole’ y le pareció cívica y sensata. Acerté, buenas buenas.
Poncho Rentería