Problemas reales y problemas imaginarios

Esa situación ha llevado a Petro a eludir el debate sobre los problemas reales, prefiriendo plantear una agenda de discusión sobre las posibles medidas y los mecanismos que está pensando en utilizar para avanzar en su agenda de cambio. Mientras que el país está ad portas de una crisis eléctrica de proporciones y un desabastecimiento de gas sin precedentes, en las ciudades se viven unos niveles de inseguridad fuera de control, los medios han optado por entrar en el juego presidencial de privilegiar una agenda dedicada a discutir la pertinencia o no de una constituyente, y sus múltiples formas de expresión, etc. Sin que haya un proyecto en concreto, Petro ha logrado instalar el tema de la constituyente en el imaginario de los políticos colombianos.

Pero, a diferencia de los medios, el pueblo (para mantener la terminología oficial) no ha entrado en el juego. La ruptura de relaciones con Israel, la agitación de la bandera del M-19 o la convocatoria al poder constituyente con las que el Presidente planteó la nueva agenda gubernamental en su discurso del 1.º de mayo no trascendieron más allá. Mientras en los medios hacen intensos debates sobre política exterior y abren los micrófonos a todo tipo de iniciativas reeleccionistas, los ciudadanos castigan en silencio la agenda de Petro.

Según el reporte de IA de Agenda Gubernamental, para el mes de mayo, asuntos como la descalificación de la marcha del 21A como la marcha de la muerte, o los ataques del Presidente a jueces, policías y empresarios, lejos de producir un ambiente desfavorable hacia esos sectores, se fueron en contra del propio Petro. Según la Agenda, el 68 % de las 937.000 conversaciones captadas entre el 1.º y el 31 de mayo cuestionaban el ánimo confrontacional de Petro. De las 52.000 conversaciones digitales captadas sobre la constituyente en el mismo periodo, se encontró que por cada conversación que apoyaba la constituyente había dos que la rechazaban.

El reporte de la Agenda muestra que, por primera vez en veinte meses de gobierno, el presidente Petro está perdiendo el juego. Antes que acercarse a los ciudadanos, se está aislando. En las redes sociales su conversación con el país se degrada a gran velocidad. Al observar las escalas de valoración, se encuentra que cada vez ciudadanos digitales se alejan del Presidente a ritmos acelerados. Una porción cada vez mayor de ellos cuestionan al Gobierno por los temas de corrupción, confrontación social, seguridad y pobre desempeño gubernamental. Hoy, Petro aparece desconectado de los problemas del país y entregado a una agenda hipotética que le produce rendimientos políticos de inmediato plazo, pero no una agenda de verdadera gobernabilidad para el cambio a largo plazo.

En esta degradación los funcionarios del Gobierno no ayudan mucho. La torpeza del ministro de Cultura, que, en su papel de ministro encargado de Educación, ha preferido la ideología sobre el derecho, dejó ver la feroz vocación autoritaria que pueden tener los ministros de este gobierno cuando se trata de hacer cumplir los deseos de su jefe. Y como él, sus colegas son incapaces de mostrar que el país está avanzando en la senda de cambio prometida y que los colombianos viven hoy en condiciones más dignas e incluyentes que en el pasado. Mientras la gente (o el país nacional) vive los problemas reales, el país político y los medios de comunicación andan empeñados en ayudarle a Petro a meter la constituyente en el imaginario de colombianos. Que se olviden del mal gobierno y la conviertan en su proyecto fundamental.

* Profesor titular de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional