El pasado primero de noviembre, el representante David Racero y la senadora María José Pizarro estuvieron en el pódcast A fondo para hacer una autocrítica después del descalabro electoral del Pacto Histórico (PH). Sin embargo, más que una autocrítica fue una justificación de las acciones del PH, así como un ejercicio de deshonestidad intelectual. Y aquí van mis argumentos.
En primer lugar, siguen repitiendo que las listas cerradas son la panacea y que Petro insiste en ellas porque le importa la participación de las mujeres. Ambas cosas son falsas. Además, Racero y Pizarro no pueden ver, ni mucho menos mencionar, los defectos de las listas cerradas porque ellos mismos fueron elegidos a través de ellas sin que existiera un ejercicio democrático que antecediera y respaldara esa decisión. Es decir, fueron escogidos a dedo por Petro y son herederos del capital político y simbólico de sus padres. ¿Habrán escuchado las múltiples historias en las que liderazgos importantes fueron dejados a un lado para poner en las listas al consentido o a la consentida de turno? Una lista cerrada sin mecanismos democráticos para elegir el orden es nefasta. Se regocijan de que tres mujeres del Polo fueron elegidas en la lista cerrada al Concejo de Bogotá, sin mencionar que fue el resultado de una negociación interna con Jaime Dussán para incluir a su hija en los primeros puestos de la lista.
En segundo lugar, la idea de que el “destino natural” del PH es transitar hacia un partido único. Hay que entender que el PH fue una coalición diseñada para ganar las elecciones de 2022, no fue diseñada para nada más que eso. Petro no se ha caracterizado por formar partido ni formar cuadros, eso a él no le interesa, por eso la idea del partido único lo que hace es seguir aplazando la formación política e ideológica en la izquierda. Sin mecanismos democráticos, ese tal partido único acabará siendo un nuevo Polo, en el que las grandes tendencias imponen su voluntad sobre las tendencias minoritarias.
En tercer lugar, la formación de cuadros. Se equivoca Pizarro cuando dice que la formación empieza por el edilato o el Concejo (sin que ella hubiera pasado por ahí, dicho sea de paso). El liderazgo se construye de múltiples formas como, por ejemplo, el liderazgo que construyó Francia Márquez. ¿Por qué será que Pizarro no la menciona? Sin embargo, para que un liderazgo tenga relevancia en el ámbito electoral, este tiene que traducirse en votos, como lo hizo Márquez en su momento, lo cual es imposible en una lista cerrada.
Petro no se ha caracterizado por formar partido ni formar cuadros, por eso la idea del partido único lo que hace es seguir aplazando la formación política e ideológica en la izquierda.
En cuarto lugar, no fueron capaces de explicarles a sus oyentes cuál es la visión de país que tienen. Cuando María Jimena Duzán les preguntó sobre el feminismo, no dijeron nada. Todo lo contrario, Pizarro se la pasó elogiando a Felipe Harman, quien fue denunciado por acoso sexual y tuvo una oposición importante de la Veeduría Mujeres Libres de Violencia en Villavicencio.
La izquierda sigue creyendo que diciendo “los humanos nos equivocamos” o “los humanos estamos llenos de contradicciones” después de cada elección resuelve los problemas. Hacer una lectura de la realidad que no corresponda a los hechos, más allá de las interpretaciones que tiene cada persona sobre ellos, no permite transformar esa realidad. Es decir, es un ejercicio absolutamente conservador.
Por último, el Gobierno tiene que entender que no todas las personas de izquierda somos petristas; que la política no puede ser una competencia por ganarse el cariño de Petro o del jefe de turno, y que el petrismo es tan solo una pieza de un proyecto político más amplio que necesariamente deberá reconocer el impulso emancipador del feminismo y construir hegemonía.
SARA TUFANO