Por la existencia de un mercado laboral imperfecto e informal, este sistema no existe en Colombia, con el agravante de que hay tres millones de ancianos que no reciben una mesada paliativa durante su vejez y, en contraste, las pensiones más altas son subsidiadas por el Estado. De allí que en buena hora el Gobierno haya propuesto una reforma, sin que su texto se aproxime a resolver los problemas del modelo vigente. Sin embargo, el oficialismo presiona en el Congreso la aprobación de este leviatán, sin darse el tiempo necesario para concebir un régimen más conveniente.
Desde el primer momento, el principal objetivo de la Colombia Humana fue el de liberar una parte de los recursos que el presupuesto tiene que destinar para que Colpensiones atienda sus obligaciones pensionales, con el fin de incrementar los recursos disponibles para aumentar los subsidios del Estado. Al efecto propuso inicialmente que todos los trabajadores coticen obligatoriamente los primeros 3 salarios mínimos a Colpensiones, liberando cerca de $ 20 billones del presupuesto asignado para las pensiones. En acuerdo político de esta semana, se redujo de 3 a 2,3 el monto de los salarios que obligatoriamente se pondrán en las manos de la referida entidad estatal.
En palabras sencillas, alguien debería explicarles a los 19 millones de colombianos que cotizan en el sistema de ahorro pensional que, de aprobarse ese acuerdo, los dineros de sus futuras pensiones, hasta por 2,3 salarios mínimos mensuales, ya no se reflejarán más en las cuentas individuales que poseen en las as privadas. En adelante se esfumará esa parte de sus ahorros para la vejez, lo que constituye una verdadera expropiación, siendo nuestros jóvenes los más grandes damnificados. Así se reduzca el pilar solidario a 2,3 salarios o a 1,5, como se propuso en una ponencia alternativa, lo que consumará el Congreso es una expoliación.
Para evitar que semejante sacrilegio esté acompañado de un festín de recursos en manos del Gobierno, con parte de los dineros que pierden los trabajadores se creará un Fondo de Ahorro que istrará el Banco de la República. Esta idea de origen parlamentario, violatoria de la Constitución, porque cualquier reforma del régimen del Emisor solamente puede tener origen gubernamental, también da para excomunión. Porque compromete a largo plazo la política monetaria a la suerte del sistema pensional, en la medida en que en el futuro se forzará al banco central a emitir para financiar el hueco pensional, alegando que el Emisor es corresponsable de la situación deficitaria.
La cifra de 2,3 salarios mínimos mensuales es lo que 19 millones de colombianos dejarán de ver en sus cuentas de ahorro, porque pasarán a Colpensiones. Nuestros jóvenes, los más grandes damnificados
Además, es un espejismo que el Banco de la República fungirá como de los nuevos recursos. Porque termina metido en este embrollo, sin conservar la autonomía con la que istra pulcramente las reservas internacionales, al estar sometido en sus decisiones a un “comité directivo”, liderado por el ministro de Hacienda y por las muy expertas manos financieras de la ministra del Trabajo y del director de Planeación. Se demora la junta directiva independiente en pronunciarse sobre este exabrupto.
Para hacer todo más complejo, como lo afirmó el senador Honorio Henríquez en medio del bullicio del Senado, esta reforma es regresiva para los beneficiarios de los subsidios del programa Adulto Mayor, al aumentar la edad para que las mujeres y los hombres puedan ser beneficiarios del subsidio.
Así, con el aval liberal avanza la lánguida muerte del legado de las reformas económicas de César Gaviria, uno de cuyos mayores logros fue haber generado un ahorro institucional que hoy es de $ 450 billones, los que nunca se hubieran conservado en manos del Estado.
Taponazo. La reforma pensional también es una reforma tributaria de $ 8 billones, que no irán al fondo de ahorro pensional, sino al bolsillo gubernamental.
NÉSTOR HUMBERTO MARTÍNEZ NEIRA