‘Pionero’ se titula el magnífico relato que hace Armando Montenegro de la vida de Rodrigo Botero Montoya. Curiosamente, se trata de un “obituario por encargo”, del año 2016, convertido en ameno libro, gracias a que Rodrigo continúa activo. Este relato contiene lecciones sobre construcción y mejoría de políticas públicas en Colombia durante 1950-2022.
Rodrigo fue, en efecto, pionero impulsando a nivel macroinstitucional la regulación cambiaria (decreto 444 de 1967), creación de la Consejería Económica de Presidencia (1968), zona de libre comercio CAN (1969) y solicitud de ingreso (algo prematura) a la Ocde (1976). Y, a nivel microinstitucional, ayudó a que el Banco de la República (BR) creara becas de formación en el exterior y la Fundación Ciencia y Tecnología (1976). Desde el sector privado, Rodrigo ayudó a crear un semillero de ‘policy-makers’ que opera desde Fedesarrollo, ya por 50 años con recursos del sector privado local e internacional, y también a través de la revista ‘Estrategia’ (1976-1995).
En una primera etapa (1950-1966) hubo en Colombia empresarios-abogados (Carvajal, Vallejo y Eder) que prestaron su concurso a gobernantes. En una segunda (1968-1990) fueron jóvenes tecnócratas educados en el exterior, interesados más en práctica que en academia, quienes abordarían esas tareas, como Botero Montoya, Ruiz Lara, Gómez Otálora, Álvarez Restrepo y Botero de los Ríos (entre muchos otros). Y en una tercera (1990-2022) llegarían los que distinguían “el financiamiento por debajo de la línea” y con algo de interés por la academia. Estos últimos han sido los ‘tecnopols’, siguiendo tendencias similares observadas en México, Brasil y Chile, pero en Colombia hubo amalgama entre cepalinos y aperturistas, siendo Rodrigo adalid de estos últimos.
La pugna entre cepalinos (desde Samper en Anif, 1980) y aperturista (como Rodrigo) llegaría a su clímax durante 1990-1994, bajo la istración Gaviria. Tal vez esa pugna haya impedido reconocer que ‘think tanks’ en Colombia ha habido muchos y exitosos como Fedesarrollo, incluyendo Anif (45 años), SER, CCRP, Econometría, Cinep, Iolítica, también fondeados con recursos del sector privado.
Recién llegado a Uniandes (1975), escuchaba que Colombia era el Nepal y que mihacienda Botero añoraba convertirnos en Japón regional. Pero con inflación rampante, se decía que lo asiático consistía en importar arroz. Las minibonanzas cafetera y marimbera pusieron a prueba la “ventanilla siniestra” del BR. Se explica en el relato que la renuncia de Botero (1976) resultó de López Michelsen al buscar apoyo político en Abdón por su talante y vínculos con EL TIEMPO, tras desgaste por la aprobación de una buena reforma tributaria.
Muchos servidores públicos terminamos beneficiados de esas pioneras tareas de Rodrigo, y vengo a enterarme en dicho relato sobre la gran similitud en trayectorias de nuestras vidas familiares: abuelos (trabajando en ferrocarriles), padres (en petroleras), bachillerato (bartolino) y formación en el exterior. Han sido historias exitosas de clase media fundamentada en buena educación. Llevándome Rodrigo casi 20 años, veo con satisfacción que fue él quien nos sembró oportunidades apoyando la Fundación BR, beca en el exterior, columnas en ‘Estrategia’ y contertulios de Anif-Fedesarrollo por 15 años.
Gracias, Rodrigo: has hecho una tarea que engrandece las posibilidades de que la tecnocracia continúe siendo escuchada para bien de nuestra querida Colombia. Si bien dejaste el país hace ya tres décadas por razones de inseguridad, tu espíritu pionero ha perdurado en las nuevas generaciones. Sabemos bien, como se reporta en tus memorias, que en ocasiones sientes frustración de que las acertadas ideas de apertura, competencia y lucha contra el cabildeo anticompetencia no hayan tenido mejores resultados, pero seguiremos intentándolo.
SERGIO CLAVIJO