
Noticia
Sobre la superioridad moral de occidente
El gobierno norteamericano sigue acudiendo a las atrocidades cometidas por Hamás para justificar el genocidio contra el pueblo palestino.

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Bien nos enseñó Edward Said, uno de los padres del poscolonialismo, que el oriental no es más que un personaje ficticio que reduce una diversidad cultural infinita a una serie de estereotipos (e.g., primitivo, irracional, violento y fanático), a través de los cuales otro personaje ficticio, el occidental, ha pretendido venderse a sí mismo como todo lo contrario (e.g., civilizado, racional, pacífico y moderado). Se trata de un mito que ha logrado arrodillar a millones de fieles a pesar de que se rehúsan a aceptar su fanatismo.
Pero si hay un evento que pone a temblar los cimientos de este mito hasta derrumbar los pilares que lo sostienen, es el genocidio que se lleva a cabo en la Franja de Gaza no a pesar de, sino con la complicidad de potencias occidentales como Estados Unidos, Reino Unido y Alemania. Y si de esta complicidad aún quedaban dudas, estas han quedado despejadas el pasado domingo, cuando las Fuerzas de Defensa de Israel dispararon proyectiles GBU-39 —diseñados y proveídos por Estados Unidos según un reporte del New York Times— contra el campo de refugiados Tel al-Sultan en la ciudad de Rafah, el cual desató un devastador incendio que dejó decenas de muertos y cientos de heridos. Los videos de esta masacre dan fe de los alaridos, sollozos, escombros y cenizas a los que quedaron sometidos quienes allí se refugiaban.
Lo peor de todo es que hay una solución para ponerle freno a esta marea de sangre: el Consejo de Seguridad de la ONU puede obligar a Israel a detener el genocidio por medio de una resolución vinculante.
El gobierno norteamericano sigue acudiendo a las atrocidades cometidas por Hamás el pasado 7 de octubre para justificar el genocidio contra el pueblo palestino. Pero al hacerlo, olvida uno de los principios básicos del Derecho Internacional Humanitario previsto en la norma 140: los crímenes de guerra cometidos por un lado jamás justifican los crímenes de guerra cometidos por el otro. Lo peor de todo es que hay una solución para ponerle freno a esta marea de sangre: el Consejo de Seguridad de la ONU puede obligar a Israel a detener el genocidio por medio de una resolución vinculante con medidas que abarcan desde bloqueos económicos, marítimos y aéreos hasta acciones militares. El problema es que para que esto prospere se necesita el visto bueno de quien se rehúsa hacerlo: Joe Biden, el mismo que ahora alega ser el escudero de la democracia norteamericana. ¡Vaya demócrata!
La historia tiene reservado un merecido lugar para quienes, como Biden, posan de progresistas a la vez que se hacen los de la vista gorda ante las más despiadadas atrocidades: se los lleva el carajo.
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