Los historiadores han debatido si dicho tránsito político en Colombia fue pernicioso (por apuntalar el bipartidismo) o benéfico (evitando el escalamiento de la guerra civil de 1948 y 1951). Pero no cabe duda de que el reclamo de democracia (iniciado en 1951) sembró las bases de la sociedad cada vez más incluyente que se ha venido manifestando desde la Constitución de 1991.
Esta carta ha probado ser adecuada en materia institucional (separando los poderes y creando organismos autónomos como el BR y la Creg). Además, abrió espacio a la descentralización político-fiscal (aunque costosa y con graves problemas de corrupción territorial). Y si quedaban dudas sobre la grandeza de este logro constitucional en Colombia, baste constatar el doble fracaso de Chile al intentar emularnos recientemente.
Sin embargo, nuestra sociedad civil no puede estar durmiendo sobre sus aciertos anteriores, pues las recientes afrentas petristas a nuestra democracia requieren una adecuada riposta. Preocupa que, a nivel gremial, en vez de confrontar a un gobierno antidemocrático y que aborrece al sector privado, veamos allí fisuras que acomodan “el menor daño” a través de plegarse a políticas altamente intervencionistas. Este gobierno recurre a ahogamiento presupuestal e intrusivos decretos que merman los sectores de la salud y la infraestructura, como retaliación a un Congreso que le reclama respeto.
Esas fisuras se extienden (oh sorpresa) a una Asobancaria dedicada a exaltar supuestas virtudes de una superintendencia que en abstracto habla de la importancia de incrementar el ahorro, pero que apoya una reforma pensional anti sector privado. ¿Cómo es posible que el gremio encargado nada diga sobre intervenciones que manipulan los límites a la tasa de usura y que aúpa el ‘gota a gota’ que dice querer combatir? ¿Acaso no es el momento de recordarle a este gobierno que las inversiones forzosas por décadas habían postrado los desarrollos productivos agroindustriales?
Sin embargo, nuestra sociedad civil no puede estar durmiendo sobre sus aciertos anteriores, pues las recientes afrentas petristas a nuestra democracia requieren una adecuada riposta
La historia monetaria y financiera del país no puede reescribirse irando el intervencionismo petrista. ¿Cómo así que es conveniente aflojar el marco regulatorio temporalmente para así congraciar a gremios y Gobierno? Los ciclos económicos más bien nos indican que lo prudente es mantener la ortodoxia financiera, cuando se tiene un escalamiento inflacionario y de tasas del banco central que deben contener los excesos de demanda agregada. Para eso son las provisiones financieras y el cumplimiento de las exigencias de liquidez, precisamente cuando el numerador de cartera/crédito deteriora su calidad y el denominador cae en términos reales por el ciclo bajista antiinversión privada. Una regulación adecuada le facilita la tarea al BR.
También deben remozarse los mensajes desde los centros de investigación, cuandoquiera que se amenazan la institucionalidad y democracia. Ya han cumplido 50 Años Anif y Fedesarrollo y ellos han sido puntal del respeto que merece un empresariado que paga cabalmente sus obligaciones de nómina e impuestos y genera el 80 % del empleo del país. No es tiempo de temores ante un gobierno con desdén por la democracia y la actividad privada que la inspira. Ni Anif es el fin, ni Fedesarrollo el subdesarrollo, como afirman pusilánimes funcionarios gubernamentales. Estos centros de investigación han sido cuna de democracia y acertada tecnocracia, partes fundamentales de nuestra institucionalidad.
SERGIO CLAVIJO