Sigo haciendo parte del Polo Democrático Alternativo, uno de los partidos más importantes de la izquierda; por esto, no deja de asombrarme que, desde que Petro llegó a la presidencia, la vida partidaria del Polo haya quedado reducida a cero. Y no es que antes esta fuera particularmente rica, pero al menos había deliberaciones y discusiones programáticas de cara al V Congreso del partido.
En efecto, en los estatutos del Polo está estipulado que la máxima instancia de decisión del partido es el Congreso Nacional, y que este debe hacerse cada dos años. Antes del V Congreso, el Polo llevaba seis años sin hacer ningún congreso. Mientras no se convoque, las decisiones son tomadas por el Comité Ejecutivo Nacional, el cual está conformado por los liderazgos más importantes de las tendencias mayoritarias. Por lo tanto, a las afiliadas y afiliados del partido casi nunca nos convocan para discutir sobre el futuro del Polo o sobre la participación del Polo en el Gobierno.
Hace cuatros años, durante los preparativos para el V Congreso, discutíamos con esperanza sobre cómo renovar el Polo y despatriarcalizar la política. En ese período, asistí a varios "encuentros polistas", y, en todos ellos, la exigencia de la militancia era que las bases del partido pudieran tener más voz y voto. Hubo también un intenso trabajo de revisión de los documentos del partido con el ánimo de nutrir las propuestas que las diferentes tendencias buscábamos llevar al V Congreso. Como afirmé en una anterior columna, a pesar de la esperanza, el V Congreso, realizado en febrero de 2022, fue un espectáculo grotesco donde las tendencias mayoritarias aplastaron a las minoritarias sin un mínimo de deliberación.
Cuatro años después, la lógica electoral vuelve a imponerse. Esta vez, todos los partidos de izquierda decidieron conformar un partido único para las elecciones de 2026. Sin embargo, en el caso del Polo, no es suficiente que el Comité Ejecutivo le haya dicho "sí a la unidad" en una declaración política de noviembre del año pasado, sino que esta tendrá que ser ratificada por el Congreso Nacional. Y, esta vez, el VI Congreso, convocado para el próximo 12 de abril, se hará de manera virtual buscando un único objetivo: que el Polo sea parte del partido único.
La formación política es muy importante para crear consciencia y aspirar a un mundo más solidario.
La deliberación política quedará reducida a una pregunta en la que la militancia deberá responder "sí" o "no". Hacerlo de forma virtual, con la excusa de que no hay presupuesto, libra a los liderazgos del partido de escuchar las críticas de sus militantes frente a este proceso de "unidad".
Sin embargo, como sucede cada cuatro años, lo que estamos presenciando es una lucha desesperada por preservar las curules del partido. Reconozco que hay congresistas del Polo, como Iván Cepeda, que deberían poder reelegirse las veces que sean necesarias, pero hay otros que llegaron allí a través de acuerdos poco democráticos, que poco trabaja, y a quienes la militancia ni siquiera conoce.
Con este precedente, ¿quieren hacernos creer que el futuro partido único será democrático? ¿Quiénes tomarán las decisiones más importantes en ese partido? ¿Qué garantías tendremos las voces disidentes? ¿Seguirán eliminando la vida partidaria cuando más se necesita? No es una casualidad que la Internacional Progresista, cuya misión es construir un frente de fuerzas progresistas en el mundo, haya anunciado que lanzará "La academia del pueblo", un curso de cuatro unidades compuesto por las más importantes lecturas sobre internacionalismo, resistencia anticolonial y luchas revolucionarias.
En efecto, en tiempos convulsos como los nuestros, la formación política es de vital importancia para crear consciencia y aspirar a un mundo más solidario. ¿El Pacto Histórico seguirá prescindiendo de esta formación política?