El sábado pasado, celebrando los 70 años de un magnífico ser humano, me enteré de que él, así como varios de sus amigos, eran asiduos lectores de esta columna. Luego de las felicitaciones por algunos de los escritos, algunos me dijeron que por qué no escribía de tecnología para viejos. El “viejos” lo dijeron ellos, no yo, puesto que ya quisiera yo llegar a esa edad con el vigor y la lucidez de mis interlocutores.
–Diego, para un señor de mi edad, ya jubilado, ¿cómo hago para aprender sobre informática, sobre lo que usted escribe? –apuntó alguien. –YouTube –le respondí. –Pero eso para usted es fácil, que sabe usar bien la plataforma. Por ejemplo, yo necesito que mi suegra deje de ir al banco a retirar plata y guardársela en el escote como se hacía hace décadas. Tiene 92 años. ¿Cómo enseñarle que hay muchas diligencias que puede hacerlas por internet?
Debo decir que encontré bastante material en internet sobre recomendaciones tecnológicas para los adultos mayores, como videos sencillos en YouTube que les serían muy útiles para sacarles un mejor provecho a las aplicaciones y dispositivos tecnológicos que hay en el mercado.
Por ejemplo, no sabía que había grifos antiquemaduras, ni relojes inteligentes que alertan sobre caídas o fallas de salud. Descubrí que hay fabricantes de teléfonos hechos a la medida de los más adultos, aquellos que aborrecen las pantallas grandes y táctiles (Panasonic-KX-TU446), y que las aspiradoras robóticas se venden cada día más en ese segmento poblacional.
Pero, más allá de todo ese material, también comencé a saber que en Colombia queda mucho camino por recorrer para que toda la población de adultos mayores pueda acceder a internet. Y no solo eso, sino que sepa cómo sacarle mejor provecho. Un estudio muy interesante de Intel de hace unos años, publicado por la Subdirección para la Vejez de la Secretaría Distrital de Integración Social, mostraba que dicha población está muy quedada en el aprovechamiento digital.
Aquí el guante de esa brecha nos cae a todos. Si bien hay organizaciones privadas y entidades del Estado que han hecho un gran trabajo en este campo en la medida de sus posibilidades, el resto de la sociedad piensa que, con un iPhone o una conexión a internet, nuestros mayores ya están sobrados.
En Colombia queda mucho camino por recorrer para que toda la población de adultos mayores pueda acceder a internet. Y no solo eso, sino que sepa cómo sacarle mejor provecho
En mi caso, por ejemplo, en los más de cuatro años que llevo escribiendo columnas en Colombia, solo en una ocasión he hablado de los adultos mayores. Cada vez que he tenido un aparato tecnológico en mis manos, nunca se me han pasado por la cabeza los beneficios para los “viejos”.
Hace unos años vi que mi abuela se comunicaba por WhatsApp y hacía videollamadas, pero nunca me pregunté si ella sabía sacarle jugo a su computador, si sabe que hay decenas de trámites que hoy puede hacer desde su casa sin necesidad de salir, si conoce Rappi o aplicaciones similares que pueden mejorar su calidad de vida o resolverle un problema de manera más expedita. A lo mejor ni le interesa, pero, como experto digital, qué gran falla mía.
Otra de las cosas de las que me percaté fue que mucho del contenido que vi tenía un enfoque lastimero: la tecnología para los últimos años de vida. Es cierto que la vejez es la antesala de la muerte, ¿pero no nos estaremos equivocando como sociedad desahuciándolos antes de tiempo?
Ojalá esta columna dé para que reflexionemos sobre lo tanto que podemos aportarles a los adultos mayores en el uso de la tecnología. Que si bien hay muchísimas cosas que les pueden servir para el cuidado de su salud, hay otras tantas que pueden servirles para trabajar, para generar ingresos, para divertirse y hasta para emprender.
Creería que un buen primer paso es comenzar a verlos como personas aptas y con capacitadas que tienen mucho por ofrecer. Es, como todo en la vida, una cuestión de perspectiva.
DIEGO A. SANTOS
Analista digital
En X: @DiegoASantos