Sigamos pendientes de Venezuela, para no perder de vista los crímenes que cometen los colectivos chavistas, actuando sin Dios ni ley y con la aquiescencia de las autoridades del régimen, atacando sin piedad a los opositores, en supuesta defensa de una revolución que cada día que pasa se va desmoronando más y más; de ese modo no tenemos que pensar en los líderes sociales asesinados casi a diario en Colombia, sin que el Gobierno tome medidas efectivas para su protección.
Sigamos pendientes de Venezuela, pues son indignantes las imágenes de las familias que tienen que hurgar la basura para buscar comida; eso es mejor que ver por aquí las noticias de niños muertos por desnutrición no solo en La Guajira y el Chocó, sino en las grandes ciudades del país.
Indignémonos por las familias que tienen que hurgar la basura para buscar comida en Venezuela; eso es mejor que ver las noticias de niños muertos por desnutrición en la Guajira o el Chocó.
Sigamos pendientes de Venezuela y de las escandalosas noticias sobre la gente que muere allá por falta de medicinas o de asistencia hospitalaria; así no tenemos que ver en nuestro país los cotidianos paseos de la muerte, en los cuales un paciente es enviado de Herodes a Pilatos, hasta que al final perece por falta de atención, mientras las EPS, IPS y las entidades encargadas de vigilarlas se lavan las manos o se tiran la pelota mutuamente.
Sigamos pendientes de Venezuela, donde los policías reprimen brutalmente la protesta ciudadana; de manera que podamos hacernos los locos con los uniformados nuestros que persiguen vendedores ambulantes, decomisan y destruyen los productos con los que se ganan el sustento e imponen millonarias multas a los transeúntes por comprar una empanada en la calle.
Sigamos pendientes de Venezuela, para ver cómo el régimen se carcome en medio de la corrupción de Nicolás Maduro y su entorno, y observemos a los mandos de la cúpula militar haciéndose los de la vista gorda con el tráfico de drogas, el mercado negro de dólares, oro, diamantes y alimentos; así no nos toca hablar de lo que ocurre aquí con la dilación de los procesos de Odebrecht, el cinismo del Fiscal General de la Nación por sus nexos con sus antiguos clientes y amigos, la sepultura de la investigación por el desfalco de la salud, la negligencia de los procesos por el robo de la plata de la alimentación escolar, las triquiñuelas de los funcionarios del Gobierno para salvarle el pellejo a Andrés Felipe Arias, la lavada de imagen de la familia Moreno Rojas y el regreso triunfal a Cali de Álvaro José Lloreda, después de eludir plácidamente la justicia durante dos décadas en Key Biscayne.
Sigamos pendientes de Venezuela, país entregado a los caprichos de Vladímir Putin y empeñado hasta los tuétanos con China; así nos podemos desentender olímpicamente de la reacción sumisa e indigna de Iván Duque ante las veleidades bélicas de Donald Trump.
Sigamos pendientes de Venezuela, donde la Constitución es letra muerta y el Ejecutivo prácticamente ostenta todos los poderes; así nosotros podemos pasar de agache mientras el Presidente y sus copartidarios tramitan leyes y normas para devolvernos a la Edad Media, proponen un plan de desarrollo lleno de exabruptos, trazan estrategias y hacen nombramientos clave para reescribir la historia reciente del país, menoscabar la libertad de cátedra, desconocer nuestra guerra interna y volver trizas la paz.
Sigamos pendientes de Venezuela, así nos ahorramos la molestia de afrontar esta realidad nuestra que es una vaina tan jarta, caray...
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Colofón. Si el oligofrénico presidente de Estados Unidos está tan interesado en velar por la democracia del mundo, ¿por qué no sanciona al régimen absolutista de Arabia Saudita? ¿Por qué se sienta a negociar con el tirano de Corea del Norte? ¿Por qué es tan mansito con China? ¿Será que le parece que son democracias ejemplares?
@OpinionVladdo