Sin duda, es un hecho muy positivo para el país el que a partir del próximo 9 de noviembre el Reino Unido –Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte– ya no les exija visa a los ciudadanos colombianos que los visitan con fines de turismo, y con un tiempo de estadía que no supere los seis meses.
Se trata del final de un largo proceso que viene de tiempo atrás –motivado por el afán que tuvo el país europeo para que el recordado brexit no significara una afectación mayor para su comercio internacional– y en el que cada uno de los últimos gobiernos ha aportado lo suyo. La decisión de poner fin a este requisito está atada a un progresivo y alentador fortalecimiento del vínculo binacional a nivel comercial, sobre todo. Un esfuerzo que alcanzó su punto más alto con la reciente firma del tratado de libre comercio entre ambos países. Y es que el Reino Unido es el tercer socio comercial más importante de Colombia. Entre 2020 y 2021, esta alcanzó un monto nada despreciable de 22.600 millones de dólares. Mientras Colombia exporta con este destino café, banano, flores y carbón, del otro lado del Atlántico llegan a nuestros puertos medicamentos, automóviles, pantallas y equipos de laboratorio, entre otros. Esto por no mencionar los sólidos lazos que existen desde hace varias décadas en materia cultural y educativa y el tejido empresarial colombo-británico, en camino de fortalecerse.
Con esta novedad se puede decir que poco a poco van quedando atrás los infames tiempos en los que el pasaporte colombiano era sinónimo de barreras y obstáculos para viajar por el mundo, además de la consabida e injusta estigmatización. Vale recordar que en 2015 también se eliminó la visa para los colombianos que visitan con fines turísticos los países europeos que pertenecen al espacio Schengen. En este sentido, ayer trascendió que el próximo 28 de octubre comenzará la mesa de negociaciones entre Colombia y Estados Unidos con miras a que algo similar ocurra. Por más que este último proceso, promovido por el gobierno Petro, tome largo tiempo, y no esté asegurado, el solo hecho de que ya se contemple como factible es una ganancia, dado que hace muy poco tal objetivo pertenecía al terreno de la utopía.
Hay que celebrar que más barreras sigan cayendo y pedir que la diplomacia se esfuerce para que, al tiempo, no se levanten nuevas.
Principalmente en este último campo, el de la visa al país del norte, los viajeros colombianos esperan que pronto haya noticias alentadoras. Esto por los tropiezos que se han experimentado en los últimos meses, en los que muchos de quienes han pedido cita para tramitar sus visas se han sorprendido al ver que el tiempo de espera en ocasiones es superior a uno o, incluso, dos años. Siguiendo por el norte del continente, que sea esta la oportunidad de hacer alusión a las cada vez más recurrentes quejas de turistas colombianos que deben enfrentar un duro trance al llegar a México. Abundan los relatos de tratos inapropiados. Las cifras dan cuenta de lo que ahora ocurre: entre enero y septiembre, más de 22.000 connacionales han sido initidos por el país azteca, registro tres veces mayor que el del mismo lapso del año pasado.
Hay que celebrar que más barreras sigan cayendo y pedir que la diplomacia se esfuerce para que, al tiempo, no se levanten nuevas.
EDITORIAL