Atrapados por el fuego cruzado de las bandas criminales que se disputan las rentas del narcotráfico, polarizados al extremo entre correístas y anticorreístas y agobiados por una crisis económica que se vio potenciada por las largas jornadas del racionamiento eléctrico, los ecuatorianos fueron el domingo a las urnas para decidir si seguirle dando vuelo al modelo personal de Daniel Noboa o dar un timonazo hacia Luisa González, una progresista que es heredera del correísmo, pero que dio la sorpresa al conseguir un empate técnico cuando todas las encuestas apuntaban a un rotundo triunfo del actual mandatario.
Su alianza con sectores del catolicismo, su discurso alejado de los extremos y las formas agresivas del expresidente convicto y autoexiliado en Bélgica Rafael Correa le estarían dando resultados. A eso hay que añadir el efecto en la opinión pública de varias controversias jurídicas e institucionales por decisiones de Noboa, así como el impopular apagón eléctrico que le tocó afrontar. La pregunta es si a González le alcanzará para convertirse en la primera mujer presidenta de ese país en la segunda vuelta, el próximo 13 de abril.
Con el 93 por ciento de las actas escrutadas, Noboa mantiene una ventaja de 0,42 puntos porcentuales al alcanzar el 44,26 % de los votos válidos, frente al 43,84 % de González. Y es aquí donde aparece un tercero en esta historia: el líder indígena Leonidas Iza, que consiguió el 5,3 % de los sufragios y que va a terminar siendo el árbitro de una disputa en la que nada está definido.
Ahora, por el bien de Ecuador, que prosiga una campaña con altura y respeto, y que primen las propuestas sobre la polarización.
Sobre el papel, Iza, que ha sido duro crítico de Noboa por gobernar a golpe de estados de excepción, parece más cercano a González, aunque el movimiento indígena aún tiene heridas abiertas con ese partido por las difíciles y muy tensas relaciones en los 10 años del mandato de Correa (2007-2017).
En el análisis, las políticas de seguridad de Noboa respecto al endurecimiento carcelario y la lucha militar contra los nervios de los carteles en el país le funcionaron durante los primeros meses, pero el manejo de la crisis energética, la dura pugna con su vicepresidenta y la violencia, que no ha tenido freno, le jugaron en contra. Enero fue el mes con más muertes violentas en la historia del Ecuador.
Del lado de González, no ha logrado disipar los temores de que ya en el poder pueda favorecer a Correa, condenado por un escándalo de corrupción, y existen muchas dudas sobre su propuesta económica, pues los experimentos progresistas podrían traer más incertidumbres que soluciones, más si se piensa que Noboa es más cercano a Trump; de hecho, fue de los pocos en su investidura.
Se celebra que Ecuador, en medio de semejante crisis que ha puesto a sus instituciones al borde del abismo, siga perseverando en la democracia y en la lucha por darles salidas institucionales a sus acuciantes problemas. Que la limpieza del cotejo electoral brille. Y ahora, por el bien de Ecuador y de los hermanos ecuatorianos que atraviesan duros y complejos momentos, ojalá prosiga una campaña con altura y respeto y que primen las propuestas sobre la polarización.