Ya entrados en las fiestas de fin de año y luego de la normalización de las medidas adoptadas durante la pandemia del covid-19, los sitios de rumba en Bogotá y el país vuelven por sus fueros. Fue quizás uno de los sectores más golpeados durante la emergencia sanitaria y el último en regresar a la plena normalidad, lo cual no significa que deban bajar la guardia.
Y no solamente en lo que atañe a seguir manteniendo las medidas de bioseguridad –cada vez más laxas y difusas– sino en garantizar la sana convivencia y tranquilidad en los entornos de bares, discotecas y lugares de fiesta y esparcimiento.
Particularmente en la capital se han venido cumpliendo una serie de acuerdos suscritos entre las autoridades y el gremio con el fin de que la ciudadanía pueda disfrutar de estos espacios en el marco de un buen comportamiento, esquemas de seguridad dentro y fuera de los establecimientos y servicios para la atención de emergencias. Y aquí cabe resaltar el reconocimiento que la Secretaría de Seguridad hizo a la denominada Cuadra Alegre, en la localidad de Kennedy, por la adopción de estas y otras disposiciones. Así debe ser.
Por eso mismo, también debe destacarse el llamado ‘protocolo por rumbas seguras’ suscrito entre bares, Policía, Secretaría de Seguridad y alcaldías locales hace pocos días, que obliga, entre otras cosas, a contar con una mejor logística para prevenir y resolver conflictos dentro y fuera de estos lugares, alertar sobre el porte de armas o el uso de sustancias psicoactivas.
Las medidas se aplicarán entre la medianoche y las seis de la mañana los días viernes, sábado, domingo y lunes festivos. Todo esto acompañado de patrullajes constantes, registros y controles para evitar incidentes como riñas, peleas o exceso de velocidad. Hay que aplaudir este pacto por ser prenda de garantía para que la rumba sea sinónimo de alegría y no de tragedia. Las cifras y el tiempo lo dirán.
EDITORIAL