Hace unas semanas la Superintendencia de Sociedades ordenó el control de Monómeros, empresa petroquímica de propiedad venezolana que opera en Colombia. El ente nacional de vigilancia desplegó el máximo grado de supervisión ante la presencia de situaciones críticas en términos jurídicos, contables, económicos o istrativos.
Si bien la gerencia de la compañía de fertilizantes e insumos agropecuarios ha rechazado la decisión y la apela, la Supersociedades se sustenta en varios factores. El primero es un difícil estado financiero de Monómeros que, no obstante facturar unos 790.000 millones de pesos al año e incluso registrar un aumento del 20 por ciento en sus ingresos en 2020, enfrenta un inminente riesgo de liquidez. Un acta del comité de crisis de la empresa, a la que tuvo este diario, ratifica que en unas pocas semanas el flujo de caja estaría en rojo.
Las 218 demandas laborales actuales de igual número de empleados constituyen otro motivo para el sometimiento a control de la entidad. Un tercer aspecto apunta a problemas de gobierno corporativo de la empresa, que se refleja en posibles irregularidades en contratos y en la creciente desconfianza de proveedores y de clientes. De hecho, la presidenta de la junta directiva de Monómeros, Carmen Elisa Hernández, representante del presidente interino venezolano, Juan Guaidó, renunció en protesta a la decisión de la empresa de apelar.
El pulso entre la compañía y la Supersociedades ha desatado consecuencias diplomáticas. El régimen de Nicolás Maduro ya había declarado su intención de retomar el control y calificó de ‘robo’ la medida del ente colombiano. En los diálogos entre Miraflores y la oposición venezolana en México está presente la discusión sobre el futuro de empresas como Monómeros y aún no hay claridad sobre cuáles podrían ser las definiciones.
La empresa es un actor crucial en la seguridad alimentaria nacional y un eslabón clave para la producción agrícola
Las señales de las dificultades istrativas de la compañía no cesan. Hace pocos días se conoció una carta de Nitron, principal proveedor de materias primas para los fertilizantes, a la Supersociedades en la que alerta que, de no haber cambios inmediatos en el gobierno corporativo de Monómeros, suspenderían su suministro. Es decir, la empresa tendría que paralizar sus operaciones.
Ni a Venezuela ni a Colombia les conviene que estos manejos istrativos hundan a Monómeros. Del lado venezolano constituye un activo que merece protegerse, mientras que del colombiano están tanto los 600 empleos directos y los más de 1.500 indirectos como el 40 por ciento del mercado de fertilizantes en una red de unos 800.000 campesinos. En otras palabras, la empresa es un actor crucial en la seguridad alimentaria nacional y un eslabón fundamental para la producción agrícola.
No son menores las motivaciones que llevaron a la Supersociedades a controlar Monómeros y su supervivencia futura depende de que se adopten rápidas y drásticas medidas istrativas, financieras y de gobierno corporativo que subsanen estos riesgos inminentes de iliquidez, cesación de pagos y hasta insolvencia. No deben escatimarse todos los esfuerzos desde los frentes diplomáticos, gerenciales y de supervisión que protejan el activo para los venezolanos y aseguren la continuidad de la producción de fertilizantes para el campo colombiano.
EDITORIAL