El robo de cobre

En busca de cables con este material, cortan y cortan los de fibra óptica que no tienen valor en el mercado. La prueba más contundente y paradójica es que sin tener yacimientos de este metal cerca, se reportan exportaciones provenientes de Bogotá. 

El alto precio de este metal en el mercado internacional –una tonelada puede llegar a valer hasta 9.000 dólares–, la proliferación de obras que facilitan la labor de los ladrones, las zonas grises que existen en la regulación del sector de las chatarrerías y la carencia de herramientas legales para actuar contra los responsables son tres de los factores que tienen este fenómeno disparado: en 2023 creció un 152 por ciento y ya son 17 las bandas identificadas. Como se ve, es un delito que causa enorme perjuicio y con pérdidas considerables: de acuerdo con Movistar, para el año pasado estas se pueden tasar en 9.361 millones de pesos. 

Se necesita entonces actuar en todos los frentes, comenzando por los habitantes de calle que lo sustraen y por una precisa coordinación a la hora de trasladar e intervenir redes en las megaobras. 

Pero lo prioritario aquí es emprender un control más estricto sobre quienes lo comercian de forma legal, con normas actualizadas y un mayor compromiso para no comprar insumos que a todas luces tienen un origen por fuera de la ley. Y hay que entrar a considerar, como lo piden las empresas prestadoras del servicio de internet, que este sea declarado bien básico, para que las consecuencias de privar del mismo a la sociedad sean más severas.