En estos momentos se desarrolla en Bogotá la edición 92 del congreso de la Federación Nacional de Cafeteros. La caficultura nacional llega a su encuentro anual en medio de una caída de los precios internos de la carga, así como una tendencia al descenso en la cotización en los mercados internacional en lo corrido de este 2023. A los bajos precios se deben añadir las alzas de los costos de producción, que desembocan en una situación, en palabras de Germán Bahamón, gerente de Fedecafé, de “estrechez de la rentabilidad”.
Este congreso cafetero constituye una oportunidad para que se fortalezcan las relaciones entre uno de los principales sectores agrícolas de la economía y el Gobierno Nacional, y en especial con el presidente de la República, Gustavo Petro. Por 96 años, la caficultura ha construido una sólida institucional sectorial, representada en la Federación, caracterizada por su naturaleza democrática, representativa de las regiones cultivadoras y tendiente a la construcción de consensos público-privados.
La coyuntura económica que atraviesan las 548.000 familias cafeteras del país y las perspectivas para el 2024 no son halagüeñas. Estos factores externos e internos ‘aprietan’ las finanzas de un sector crucial para la agricultura nacional y presente en más de 15 departamentos. Asuntos como la inversión para la renovación de cafetales –unos 35.000 millones de pesos, vía Ministerio de Agricultura, Finagro y Banco Agrario– muestran que el diálogo entre la gerencia de la Federación y los ministerios conduce a resultados positivos y tangibles.
La titulación, el desarrollo de las regiones cultivadoras, las vías terciarias, las actividades de producción y fertilización son temas claves.
Precisamente en momentos como el que experimentan los caficultores colombianos cobran mucho valor los puentes que hoy están tendidos entre el Gobierno Nacional y la institucionalidad cafetera, así como los canales que aún cuentan con espacio para generarse y fortalecerse. Cruciales temas de la agenda sectorial como la titulación, el desarrollo de las regiones cultivadoras, las vías terciarias, las actividades de producción y fertilización, entre otras, se beneficiarían de canales dinámicos de trabajo conjunto entre la Fedecafé y la Casa de Nariño.
En especial cuando el gerente Germán Bahamón ha mostrado en múltiples ocasiones su disponibilidad para apoyar y acompañar las metas del Ejecutivo en los departamentos cafeteros, incluidas en el Plan Nacional de Desarrollo. Es tiempo de que los actuales canales de diálogo con los seis ministros del gabinete converjan en una necesaria conversación con el primer mandatario sobre los desafíos de la caficultura.
Declaraciones anteriores del Gobierno sobre el futuro del Fondo Nacional del Café, istrado por la Federación, y otros señalamientos a la dirigencia cafetera enrarecieron un ambiente en el que deben primar la voluntad y la disponibilidad que contribuyan a que el sector enfrente sus retos de rentabilidad y acometa los desafíos de mejora en la productividad y en la competitividad. Ahora que la Casa de Nariño está desplegando esfuerzos para construir una mejor comunicación con distintos sectores productivos del país, canales más robustos entre el Gobierno Nacional y la institucionalidad cafetera, que merece ser reconocida por su importancia y permanente disposición al diálogo, podrían configurar un excelente ejemplo.
EDITORIAL