Terminó, este domingo, uno de los festivales más importantes del país y de Latinoamérica, en su décimo segunda edición: el Festival Estéreo Pícnic (FEP). Fueron cuatro días en los que los asistentes al evento pudieron disfrutar de decenas de artistas locales y de talla internacional en un mismo espacio. Toda una fiesta de la cultura, pero también un dinamizador del turismo y la economía.
Se estima que más de 170.000 personas vivieron la experiencia del festival, que tuvo lugar en el Campo de Golf Briceño 18, al norte de Bogotá. Tal cantidad de asistentes, muchos colombianos provenientes de otras regiones, así como centenares de extranjeros, evidencia la consolidación que ha ganado el FEP en la industria musical. Ello exige que se garanticen las condiciones de seguridad y logística necesarias.
En esta ocasión hubo serias quejas de los asistentes, comerciantes y viajeros por el infernal tráfico del fin de semana en las salidas de la capital, que son las vías que conducen al evento. Los trancones fueron hasta de cuatro horas, situación que, según las autoridades, es repetitiva de las anteriores ediciones del evento. Además, denunciaron hechos de inseguridad dentro del lugar. Robos, algunos a mano armada, y la falta de medidas de control de la multitud fueron lunares, que deben ser un aleccionador llamado para su mejora en los próximos años.
Para ello es fundamental que haya coordinación armónica y efectiva entre los organizadores del festival, el Distrito y las autoridades departamentales en temas como la movilidad, que una vez más quedó golpeada por el caos que sigue generando la falta de vías suficientes de a Bogotá.
Eventos como estos son necesarios y se deben cuidar. Que el FEP continúe siendo ese referente cultural de toda una generación depende de que siga entregando una experiencia inolvidable a sus asistentes, a través de la corrección de los errores detectados y la ejecución de un plan que garantice la puesta en práctica de los cambios que sean necesarios.
EDITORIAL