Después de casi 18 meses de incertidumbre, finalmente se ha dado un paso crucial en la estabilización del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) con el nombramiento de su director en propiedad. Esta es una entidad vital para la seguridad y la salud pública en nuestro país. Por ello la importancia de contar con un líder sólido al frente de ella no puede subestimarse.
Durante demasiado tiempo, la interinidad en la dirección ha generado un clima de inseguridad y ha obstaculizado los esfuerzos para abordar los desafíos que enfrenta el Invima. La falta de una figura estable en el timón ha entorpecido los procesos internos, socavado la eficacia de las iniciativas y erosionado la confianza tanto en el interior como en el exterior de la organización.
La elección de Francisco Rossi para ocupar este cargo es acertada y oportuna. Con una sólida trayectoria en el campo, un conocimiento profundo de la temática y de la propia entidad, su liderazgo es fundamental para encaminar al Invima hacia una visión moderna de la vigilancia de todos los bienes de consumo, alineada con los estándares internacionales y las necesidades nacionales.
Rossi enfrenta retos monumentales, desde la modernización de los procesos istrativos hasta la consolidación de Instituto como la agencia de referencia regulatoria que es en la región. Su experiencia previa al frente de la entidad durante un período interino proporciona una base sólida para considerar que abordará estos desafíos con determinación y ojalá dentro de rigurosos marcos técnicos.
Es clave que el Gobierno y por extensión el nuevo director ubiquen el Invima en el lugar que reclama, empezando por reformas significativas y su fortalecimiento para proteger la salud y el bienestar de todos los ciudadanos. Solo con un liderazgo sólido y comprometido, junto con el apoyo adecuado, se puede garantizar que el Instituto cumpla con su misión, no pocas veces diluida entre trámites y oscuridades burocráticas.
EDITORIAL