Se iniciaron este jueves los cuatro años de la procuraduría general de Gregorio Eljach, y los retos del nuevo jefe del Ministerio Público no dan espera.
Ternado a última hora por el presidente Petro y elegido casi que por aclamación del Senado de la República, es de bulto señalar que una necesaria dosis de ingratitud con los que podrían considerarse sus padrinos para llegar a tan importante función debe, como en todos los procesos similares, ser un mantra para el nuevo Procurador General. Mucho más en momentos en los que la intención del Gobierno de menguar las facultades sancionatorias del ente de control sigue lejos de aplacarse, no obstante claras decisiones de la Corte Constitucional y el Consejo de Estado que van en camino contrario.
La independencia de los organismos de control, su objetividad y el apego al Estado de derecho conforman uno de esos diques que protegen la salud de las democracias. En ese sentido, y él mismo lo dijo en reciente entrevista con este diario, lo que se espera de Gregorio Eljach es el ejercicio del control disciplinario en rigurosa sujeción a lo ordenado por la Constitución, la ley y la jurisprudencia, especialmente en desarrollo de la tensión entre las decisiones del Sistema Interamericano de Justicia y la arquitectura jurídica interna sobre las sanciones de los elegidos por voto popular.
La crisis de la salud será una de las primeras papas calientes para el Procurador y la oportunidad para demostrar su talante.
Ha asegurado también el nuevo Procurador que tratará de convertirse en un canal eficaz para tratar de bajar la polarización que desafortunadamente ha permeado todas las esferas de la vida nacional y que en buena medida es promovida por declaraciones y mensajes vía X del presidente Gustavo Petro. Es una intención valiosa y necesaria que, en todo caso, no debe hacerle sombra a la función misional –rondar a los funcionarios y servidores públicos, con todo rigor pero también con todas las garantías– que recae en la Procuraduría General de la Nación.
Eljalch asegura que seguirá construyendo sobre el legado de su antecesora, Margarita Cabello, y es ese también un mensaje que le sirve al país, en la medida en que se aleja de taras tan frecuentes en nuestra gestión pública como la utilización, incluso años después, de la estrategia del ‘espejo retrovisor’ para tratar de justificar las propias fallas o el llamado ‘complejo de Adán’, que tozudamente pretende abordar la compleja problemática nacional sin mirar las lecciones y aportes de quienes ocuparon las mismas responsabilidades en el pasado.
En tal sentido, es necesario reconocer la gestión de la ahora exprocuradora Margarita Cabello, quien en un ambiente frecuentemente hostil por parte del Gobierno Nacional logró mantener incólume la plenitud de funciones de la Procuraduría General de la Nación, en una valiente posición que, como ya se mencionó, terminó respaldada por las decisiones de las altas cortes.
Las actuaciones ante la creciente crisis de la salud, frente en el que Cabello emplazó recientemente al ministerio de Guillermo Alfonso Jaramillo, será una de las primeras papas calientes para el procurador Eljach y también la primera oportunidad para reforzar los mensajes de independencia y de compromiso, con la protección de los derechos de todos, que ha venido enviando a los colombianos desde que fue elegido por el Senado.