Un Congreso renovado

Como cada cuatro años, el inicio del nuevo Congreso concentra hoy, 20 de julio, la atención de la opinión pública. Pero en esta ocasión confluyen una serie de factores que, sin duda, logran que la expectativa sea mayor.

El principal de ellos, y del cual se deriva la mayoría de los restantes, es que estamos ante un Legislativo que se conformó con posterioridad a la firma de los acuerdos de paz con las Farc y en el cual ya se refleja mucho de lo allí acordado, comenzando por las diez curules, cinco en el Senado y cinco en la Cámara, que tendrá el partido político en el que la antigua guerrilla se convirtió. A raíz de esta realidad aumentó el número de parlamentarios: serán 280 en este cuatrienio.

Esta fuerza política estrenará el conjunto de garantías que establece el nuevo estatuto de la oposición a los partidos que así se declaren junto a la Alianza Verde –que ya lo expresó oficialmente– y muy seguramente el Polo Democrático y la Lista de la Decencia, que lidera el excandidato a la presidencia Gustavo Petro, quien ha llegado a la Cámara alta también como resultado de una ley, la de equilibrio de poderes, que formó parte de las que tuvieron origen en lo firmado en el teatro Colón. La manera como desempeñará su rol como parlamentario y figura absolutamente relevante de la oposición es no solo novedad, sino motivo de enorme expectativa.

Las bancadas mencionadas ya han anunciado su posición de respaldo a las iniciativas pendientes para terminar de desarrollar normativamente los acuerdos. Postura que difiere de la expresada por el presidente electo, Iván Duque, quien pretende, a través de su bancada del Centro Democrático y de los partidos que finalmente se sumen a la coalición oficialista, llevar a cabo por la vía legislativa ajustes de lo acordado. Sin duda, el de la paz seguirá siendo, no obstante la nueva realidad política, un factor importantísimo de alineación de las fuerzas políticas.

Senadores y representantes deberán también tramitar iniciativas cruciales de índole económica, en particular la anunciada y necesaria reforma tributaria. Otras tareas claves y urgentes serán la elección del nuevo contralor y del Consejo Electoral. Sin fecha fija aún, pero vistas como inevitables, aparecen las reformas pensional y la que modifica el actual sistema de regalías.

Hay un asunto que merece especial atención: la forma como se desarrollará la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo; para ser concretos, si está seguirá mediada por el mal uso de los llamados cupos indicativos, la ya popular ‘mermelada’. En este sentido es de esperarse una transformación, anhelo que se apoya en el propósito varias veces recalcado por el presidente electo de terminar con esta práctica que tiene la imagen del Congreso en sus mínimos históricos, a juzgar por la encuesta bimestral de la firma Gallup que la mide.

Por último cabe un llamado a que quienes están en orillas opuestas y se encontrarán en los salones del Capitolio muestren con sus actos que es posible la convivencia en medio de las diferencias, por más profundas que sean, así como el trato respetuoso. Se trata de proyectar desde esta rama del poder lo que todos los colombianos quieren para las próximas generaciones.