El doloroso caso del grupo periodístico del diario ‘El Comercio’ de Ecuador tiene un nuevo capítulo. Dos meses y medio después de conocerse el cobarde asesinato de los comunicadores Javier Ortega y Paúl Rivas y del conductor Efrén Segarra, el viernes pasado fueron hallados sus cadáveres en una zona selvática de Tumaco, Nariño. Y su identificación, por sus ropas, sus piezas dentales, la zona donde los halló el Gaula de la Policía gracias a la descripción del lugar entregada por un informante, está confirmada en un 99 por ciento, según el ministro de Defensa de Colombia, Luis Carlos Villegas.
Lo primero, en medio del drama y de semejante tragedia que no nos cansaremos de lamentar, es decir que esta noticia constituye algo de alivio para las familias, que no habían cejado en la fatigante búsqueda de sus seres queridos. Hoy, por fin, tendrán los despojos de quienes en cumplimiento de su trabajo –que era su pasión– ofrendaron su vida, la cual jamás debieron perder en forma tan absurda. Al menos ahora los suyos podrán hacer el duelo y entregarlos a la tierra sin la agobiante incertidumbre de saberlos desaparecidos.
Desde luego, hay que volver a condenar y repudiar el hecho, un crimen de lesa humanidad y un ataque a la libertad de prensa cometido por los criminales del frente Oliver Sinisterra, de las disidencias de las Farc, bajo el mando de alias Guacho, de nacionalidad ecuatoriana, que los secuestró el pasado 16 de marzo en la parroquia de Mataje, provincia de Esmeraldas, en el país vecino, cuando realizaban un trabajo informativo sobre violencia en las fronteras.
El camino que debemos transitar las dos naciones tiene que ser el de plena armonía y cooperación para enfrentar a un enemigo en común
Las sociedades de Colombia y Ecuador, el mundo entero, deben tener muy en cuenta qué clase de delincuentes son ‘Guacho’ y quienes siguen sus demenciales órdenes a la hora de juzgarlos, tarde que temprano, porque hay que ir por ellos. Como era imposible que Ecuador cumpliera su chantaje de liberar a varios criminales de esa organización capturados y presos en ese país, la cual era su exigencia, asesinaron a sangre fría a los periodistas. No contentos con tan vil proceder, los sepultaron en una zona a la que es casi imposible acceder, según Villegas, y la minaron. Todo para hacer más trágico el rescate y más largo el dolor de las familias.
Por eso, entendiendo los sentimientos y el duro momento que vive Ecuador, no parece oportuna la nota de protesta dirigida al Gobierno de Colombia por la manera como se manejó el hallazgo de los cuerpos, que, según nuestra Cancillería y el Ministerio de Defensa, les fue comunicado oportunamente y en el cual se cumplieron los protocolos para casos como estos.
El camino que debemos transitar las dos naciones tiene que ser el de plena armonía y cooperación, como ha venido siendo, para enfrentar a un enemigo común despiadado y peligroso. Una guerrilla que tiene en su poder a la joven pareja del país hermano conformada por Óscar Efrén Villacís y Katty Vannesa Velasco. Ellos deben ser ahora la preocupación primordial de los dos países, y hay que hacer todos los esfuerzos por liberarlos con vida. Además, mancomunadamente, trabajar en todo lo tocante a la extensa frontera terrestre, que suele ser aprovechada por los pícaros.
EDITORIAL