El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca con todas las tormentas que está suscitando, incluso antes de ser investido; las guerras abiertas y hostilidades crecientes en Oriente Medio, que están rediseñando la política regional; y el descarado e inaudito fraude en la elección presidencial en Venezuela, que parece condenará a este país a seis años más de un liderazgo dictatorial y a un modelo económico fracasado y empobrecedor, son los temas que han marcado la agenda internacional de este 2024 que agoniza, y sin duda se llevarán muchos más titulares en el 2025 que comienza. Fue un año en el que los conflictos internacionales fueron, de nuevo, el pan diario.
El efecto Trump es, sin atenuantes, el que más impacto global ha causado. Amparado en su apabullante victoria sobre los demócratas de Kamala Harris, en una campaña que incluyó atentados y todo tipo de hechos sin precedentes, cada vez que el republicano abre la boca pone en aprietos a algún presidente o a algún país, como cuando amenazó con recuperar el control del canal de Panamá si no se reducía el peaje a los barcos estadounidenses. O todos los movimientos y preparativos que está provocando en los conflictos de Rusia-Ucrania y Gaza, y en su relación con China, la Otán, Europa o incluso con sus vecinos más cercanos como México y Canadá. La simple idea de una deportación masiva de inmigrantes, que reedita las más terribles pesadillas para millones, inquieta no solo a los pueblos del río Bravo hacia el sur, sino a los mismos negocios estadounidenses que sufrirían una crisis de mano de obra en sectores particulares en los que los estadounidenses hace tiempo no quieren laborar. La sola llegada a su gobierno de una figura tan controvertida como Elon Musk, y la influencia que ya ha demostrado, marca la entrada al poder de las grandes corporaciones y monopolios digitales que puede significar un cambio de era en la democracia más emblemática del mundo.
En Gaza, la desproporcionada respuesta israelí al sangriento e injustificable ataque terrorista del 7 de octubre de 2023 perpetrado por Hamás ya se ha saldado con más de 45.000 palestinos asesinados, la mayoría de ellos civiles, y ha desentrañado el interés del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, de rediseñar, a la luz de sus intereses, y a golpes de misil o de audaces operaciones de inteligencia, el equilibrio de fuerzas en la región al neutralizar a Irán y sus aliados (Hezbolá en el Líbano, Hamás en Palestina, hutíes en Yemen) para luego buscar una normalización de relaciones con los más influyentes países árabes, lo que dejaría a la causa palestina prácticamente sin piso. El cálculo de Netanyahu es que con Trump tendrá carta blanca y apoyo, más si se piensa en las serias acusaciones de comisión de crímenes de guerra y de lesa humanidad. De otro lado, la caída de Al Asad en Siria dejó boquiabiertos a muchos.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca fue el hecho más relevante del 2024 por el potencial que tiene de alterar el ajedrez geopolítico mundial con movidas que ya se anuncian y que generan lógica ansiedad
Rusia y Ucrania han intensificado su accionar bélico previendo que Trump logre imponer una prometida paz, aunque la resistencia de Volodimir Zelenski se ha visto en los últimos días en serios problemas para contener la avanzada de los de Vladimir Putin, que modificó la doctrina nuclear de su país para reducir el umbral de uso de su poder atómico. Y ni hablar de los chinos, que en momentos difíciles de su economía se preparan para una guerra comercial si se concretan las amenazas de Trump.
Por los lados del vecindario, Nicolás Maduro tiene toda la intención de posesionarse el 10 de enero parado sobre decenas de muertos, violaciones de los derechos humanos, menores encarcelados y destrucción sistemática de toda idea democrática, a menos que los opositores María Corina Machado y Edmundo González Urrutia logren darle una vuelta de tuerca que permita el retorno de la democracia. A pesar de que intenta no perder un papel de mediación que hasta la fecha ha mostrado discretos resultados, mal haría el gobierno Petro en mantener su decisión de enviar un representante a Miraflores –como ya se anunció–, pues esto significaría aupar y darle legitimidad a una dictadura que podría desatar una nueva oleada migratoria cuyo principal damnificado sería nuestro país.
El 2024 también fue un año de manifestación de la crisis climática, resultado del calentamiento global, como la oleada de incendios forestales que arrasaron millones de hectáreas de bosques, la inusual fortaleza de huracanes y tifones, o fenómenos como la dana, que golpeó a Valencia y otras comunidades españolas, que pusieron en evidencia la falta de preparación, incluso de los países más desarrollados.
Palabras aparte merece el ejemplo y la fortaleza de Gisèle Pelicot –sin duda uno de los personajes claves del año–, una víctima del brutal entramado de abusos sexuales liderado por su exmarido, pero que acuñó el concepto de que quien debe sentir vergüenza es el violador, no la víctima. Por eso su imagen acompañó de principio a fin el proceso judicial hasta que llegó una condena considerada insuficiente. La manera en que las sociedades asuman en adelante este tipo de casos tuvo un punto de quiebre con la figura y el valiente enfoque de Gisèle.
EDITORIAL