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Cómo fueron los primeros días del Congreso, en los que no tenían sueldo
Ha cambiado en su composición numérica a lo largo de sus más de 200 años de historia.
El político podrá consultar la aplicación para votar teniendo en cuenta la decisión de los ciudadanos Foto: El Tiempo
Este miércoles 20 de julio comienza una nueva legislatura, la primera en los más de 200 años de historia del Congreso de la República y de la vida política del país en que un Gobierno de izquierda marque el rumbo y fije el camino a seguir en el llamado ‘templo de la democracia’.
Son casi más de dos siglos en los que el Congreso ha sido protagonista de muchos hechos históricos. Este cuatrienio, por ejemplo, estuvo marcado por el impacto de una pandemia, la del covid-19 que obligó a recurrir a la tecnología para sesionar de forma virtual, algo impensable en otras épocas.
Tan impensable, que ni al mismo Congreso se le ocurrió que una situación de estas pudiera ocurrir. Las sesiones virtuales no estaban reguladas en los estatutos del Congreso al punto que la Corte Constitucional dejó sin piso la norma que habilitaba a los cuerpos colegiados, entre estos, al Legislativo, a sesionar a través de medios virtuales.
Esta legislatura que inicia con una solemne sesión, será la primera en la cual un Presidente de derecha le entregará la posta a un Congreso con un número nunca antes visto de senadores y representantes de izquierda. Este será un cambio significativo, y uno más dentro de la larga vida del Congreso cuyo origen se remonta al año 1811. Una historia que no ha estado exenta de hechos curiosos y transformaciones.
La historia dice que el primer Congreso colombiano nació el 27 de noviembre de ese año con la suscripción del Acta de la Federación de la Provincias Unidas de la Nueva Granada. Este Primer Congreso estuvo conformado por cinco diputados, así se les llamaba en esa época: José Manuel Restrepo, de la Provincia de Antioquia (Secretario); Enrique Rodríguez, por Cartagena; Manuel Campos, por Neiva; Camilo Torres, por Pamplona, y Joaquín Camacho, por Tunja.
El Congreso adoptó el sistema bicameral que hoy se mantiene, al igual que había ocurrido en otros países de Europa que acogieron las tesis de Charles Louis Montesquieu acerca de la separación de poderes. Aun cuando las críticas al periodo de trabajo de los congresistas son frecuentes, en esa época se fijaron periodos de sesiones de 60 días durante los meses mayo y junio.
La diferencia con el Congreso de hoy es que los primeros congresistas no recibían salario en consideración a la difícil situación económica del país y el bajo presupuesto. Hoy gozan de un salario superior a los 32 millones de pesos, otra suma cercana los 50 millones para su Unidad de Trabajo Legislativo, tiquetes aéreos, vehículos blindados con escoltas y servicio médico y telefonía celular.
Alberto Lleras Camargo ingresa al
Capitolio Nacional. Foto:Archivo EL TIEMPO
De su señoría al madrazo
En junio del 2018, la entonces senadora y hoy alcaldesa de Bogotá, Claudia López, acusó a su colega Luis Alfredo Ramos de haberla llamado ‘vieja hp’. En marzo del 2017 el debate a la creación de la Jurisdicción Especial de Paz casi termina a puño limpio. Cuando los enfrentamientos no se dan en el recinto de la Cámara o el Senado se trasladan a las redes sociales.
También es famoso el episodio del 2018 en el que alguien soltó varios ratones en el recinto del Senado. Eso no hubiera pasado en los comienzos del Legislativo, pues claramente se advirtió que el tratamiento al Congreso sería de “Alteza Serenísima”, el del Presidente de “Excelencia” y el de los parlamentarios, de “Señorías”.
Años más tarde, en 1846, una nueva Ley dispuso que a los senadores y representantes se les antepusiera el término de usía y de excelencia, para el Presidente y Vicepresidente. El respeto y los buenos modales eran un imperativo en esas épocas.
En esos años también se aceptó la reelección, siempre y cuando no fuera para un periodo inmediato, lo que contrasta con casos como el del exsenador Roberto Gerleín, quien estuvo más de 40 años ininterrumpidos en su curul del Senado, que como dijo alguna vez el maestro David Sánchez Juliao, refiriéndose a los ‘turcos’ que se la pasaban todo el día sentados en una butaca frente a sus almacenes de Lorica, eran ‘la mejor definición de un asentamiento humano’
En 1812 la Constitución de Cundinamarca ratificó las dos Cámaras, por un período de 2 años y 19 , lo que equivalía a uno por cada 10.000 habitantes. Hoy el Senado tiene 108 senadores y 187 representantes.
Las primeras elecciones
Alistando todos para las sesiones Foto:Archivo EL TIEMPO
Juan Germán Roscio, un periodista y abogado venezolano fue el encargado de redactar el Reglamento Electoral para la elección del Primer Congreso, a instancias de Simón Bolívar, quien buscaba crear un gobierno popular por allá en 1818. Bolívar le pidió al Consejo de Estado nombrar una comisión que estudiara el mecanismo para realizar la elección de un Congreso Constituyente.
A finales de ese año, conformando una sola república entre Colombia y Venezuela, se convocaron las elecciones en mitad de las guerras de Independencia de Venezuela y de la Nueva Granada. Ese Congreso se instaló formalmente el 15 de febrero de 1819 y su presidente fue Francisco Antonio Zea.
Sesionaba de lunes a sábado de las 9 de la mañana a las 2 de la tarde indistintamente en Angostura y Cúcuta, donde es aprobada la Constitución de 1821. El 12 de mayo de 1820 se aprueba por primera vez la remuneración para los congresistas de ese entonces, las famosas dietas parlamentarias a razón de tres pesos para cada uno de ellos.
Una vez aprobada la Constitución, el 6 de octubre de 1821, se dicta la primera Ley, con la cual se creó el Escudo Nacional. También se crearon las Asambleas Electorales de Parroquia y Provincia para el voto directo. Para poder votar, los ciudadanos debían ser mayores de 21 años, o casados, que supieran leer y escribir y tuvieran una propiedad por valor de 4.000 pesos, o en su defecto fueran profesores.
En ese entonces se fijó un periodo de ocho años para los senadores y de cuatro años para los representantes. Se les confirió inmunidad parlamentaria, cada congresista tenía derecho a ella cuando estuviera en sesiones y mientras se desplazaba de su casa a la plenaria, tanto a la ida como al regreso.
En la actualidad, cada año en promedio, tres congresistas pierden su investidura por incumplir el régimen de inhabilidades, entre ellas, por apoyo a grupos ilegales o hechos de corrupción.
La Constitución de 1991 impuso un régimen más drástico por la inasistencia, en un mismo período de sesiones, a seis reuniones plenarias en las que se voten proyectos de acto legislativo, de ley o mociones de censura. En 1842 la inasistencia a las sesiones, a quien no justificara su ausencia, se le castigaba con una multa de entre 200 y 500 pesos.
En 1823, el prócer de la independencia y para esa época senador, Antonio Nariño, fue el primero en ser vetado de ocupar su curul. Nariño fue acusado de malversación de fondos, cuando fue Tesorero de Diezmos, y de traición a la patria, por su actuación de Pasto en 1814.
En el 2003, durante el primer año de gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe, su ministro del Interior Fernando Londoño Hoyos se refirió al Legislativo de la época como un ‘Congreso irable’, luego de que le aprobarán la Reforma Política de ese año que introdujo cambios en el régimen electoral y el sistema de partidos. Pese al calificativo de Londoño, medio centenar de congresistas terminaron presos por hechos de corrupción o por vínculos con el paramilitarismo.
Poco más de 170 años atrás, en 1830, Bolívar fue el primero en acuñar el calificativo “Congreso irable” por la “pulcritud y calidad de sus ”. Ese Congreso decidió que debía elegirse un senador por cada provincia, aumentó su sueldo a seis pesos y puso la edad mínima para ser congresista en 40 años, lo cual criticó Bolívar con unas palabras que todavía tienen vigencia. A juicio del libertador, esa reforma impedía que la juventud participara y en cambio permitía que la vieja clase política tradicional legislara en su favor.
Son muchos los episodios que se han vivido a lo largo de la historia del Congreso de la República. En 1854, José María Obando se convirtió en el primer presidente acusado ante el Congreso por traición y rebelión, y 13 años más tarde, fue Tomás Cipriano de Mosquera. Por un artículo publicado en un diario de Estados Unidos fue acusado del manejo turbio en la compra de una embarcación.
El título de ‘Honorable Senador’ y ‘Honorable Representante’ se debió a un nuevo cambio en 1888. Y ya en el siglo XX empiezan a verse algunas de las reformas que se han mantenido hasta hoy. En 1929, mediante una ley se hace obligatoria la cédula de ciudadanía y la inscripción de listas de candidatos a Senado y Cámara.
Hubo un cierre del Congreso. Ocurrió en 1949 vía decreto, cuando el presidente Mariano Ospina Pérez decreta turbado el orden público. Luego, vendría el Plebiscito que pretendía poner fin a una guerra civil no declarada y a la pugnacidad entre liberales y conservadores.
En el Capitolio, la sede del Congreso, se han mantenido en cámara ardiente algunos importantes líderes del país, como el asesinado Álvaro Gómez. Foto:Archivo EL TIEMPO
En 1968 se unificó el periodo de senadores y representantes en cuatro años y se establece la reelección indefinida. Seis años antes, en 1962, Bertha Hernández de Ospina se convertía en la primera mujer en ocupar una curul en el senado.
Los últimos 30 años del siglo pasado fueron definitivos para lo que es el Congreso hoy. A finales de 1990 fue revocado y en febrero de 1991 se instaló la Asamblea Nacional Constituyente, y en octubre de ese año se convocó a elecciones para la Cámara y el Senado.
Entre los cambios que introdujo la Constitución, los indígenas tendrían dos curules en el Senado, los senadores se elegirían en circunscripción nacional y los representantes por circunscripción departamental. Ya en el siglo XXI, lo más novedoso ha sido el hecho de que los exguerrilleros de las Farc tengan curules, esto fruto del acuerdo de paz firmado con el gobierno de Juan Manuel Santos.
Y en esta época de redes y tecnología, lo que algunos extrañan son las voces de los grandes oradores y sus discursos que ocupaban las primeras páginas políticas de los diarios. Hoy todo ha cambiado y en muchas ocasiones esos discursos han quedado reducidos a los 240 caracteres de Twitter.
*Con información de la Red cultural del Banco de la República y el Senado de la República