Vuelve y juega. Por novena vez en lo que va de este gobierno, un ministro del gabinete del presidente Iván Duque será sometido a debate de moción de censura en el Congreso de la República.
Esta vez el turno es para la ministra de las TIC,
Karen Abudinen, quien deberá responder por irregularidades en un contrato en esa cartera para llevar internet a miles de colegios en el país, ubicados especialmente en regiones de difícil .
El gobierno de Iván Duque se convierte de esta manera en el que más debates de moción de censura ha enfrentado desde que se creó esta figura. Nueve debates en 36 meses de gobierno, es decir, en promedio, en esta istración cada cuatro meses un ministro se expone a perder su cargo a instancias del Congreso. ¿Se desgastó esta figura?
En Colombia, la moción de censura fue establecida en la Constitución de 1991 y luego fue reformada en 2007 (acto legislativo 01). En ambos casos, el propósito fue limitar el poder presidencial y establecer un control político y rendición de cuentas efectivos del Legislativo sobre el Ejecutivo.
Ha servido fundamentalmente para debatir y para que la prensa y la opinión pública se enteren de algunos temas y problemas de la gestión y de las políticas públicas; pese a esto, ninguna de las mociones propuestas ha prosperado.
Según lo señaló el investigador Javier Duque Daza, en el documento 'La moción de censura en Colombia: reglas, coaliciones e intentos fallidos', entre 1991 y 2014 se presentaron 23 iniciativas o intentos de moción de censura, y ninguno obtuvo las mayorías requeridas, lo cual se explica porque durante estos seis gobiernos los presidentes siempre han contado con coaliciones mayoritarias en el Congreso.
Entre 2014 y 2020, contando a la ministra Abudinen, se han hecho otros diez intentos de moción de censura, nueve de los cuales han sido en el gobierno del presidente Iván Duque: el exministro de Defensa Guillermo Botero (dos debates); el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla; la ministra de Transporte, Ángela Orozco, y el fallecido exministro Carlos Holmes Trujillo (dos debates); el ministro de Defensa, Diego Molano (dos debates), y ahora la ministra de las TIC.
En todos los casos, durante las mociones de censura ocurridas en este gobierno, a excepción de Guillermo Botero (quien renunció antes de la votación), los ministros son respaldados por amplias mayorías en el Congreso, aunque han mostrado una oposición ‘envalentonada’ por el uso del Estatuto de Oposición, que se estrenó a partir de 2018.
“El mecanismo que han utilizado los presidentes en los últimos años es generar unas coaliciones de gobierno sólidas, mientras la oposición ha estado en minoría. Generalmente es un juego político, es un cálculo político”, explicó el director del proyecto Congreso Visible de la Universidad de los Andes, Felipe Botero.
Si bien la moción de censura se ha convertido en una importante herramienta para obligar al Gobierno a rendir cuentas y para hacer contrapeso al poder del Ejecutivo, algunos analistas consideran que en los últimos años se ha desgastado.
“Hay que tener en cuenta que puede ser utilizada para obstaculizar la labor del Gobierno —en especial si se trata de un gobierno dividido— y proponer debates dirigidos más a la opinión que al propio Congreso, es decir, un medio de publicidad y de protagonismo para algunos congresistas”, afirmó el investigador Duque Daza.
En esto coincide el politólogo de la Universidad Nacional Rodrigo Sánchez, quien considera que la moción de censura debe ser “un mecanismo extraordinario”, cuando ya se han agotado todas las demás opciones de ejercer el control político.
“Con las mociones de censura nos está pasando las del pastorcito mentiroso. Se han hecho ya tantos intentos en pocos años que ya ha ido perdiendo su efecto ‘temible’ sobre los ministros, mientras que en el ciudadano ya se volvió parte del paisaje, ya no es un gran acontecimiento que un funcionario del gabinete sea puesto contra la pared”, indicó Sánchez, quien agregó que esta figura “se ha desgastado”.
Hay que tener en cuenta que los congresistas tienen varias herramientas a la mano a la hora de ejercer la vigilancia de las actuaciones de los funcionarios del Gobierno. No solo cuentan con la posibilidad de convocar a debates de control político, sino que su investidura les permite solicitar información pública de manera más expedita que el ciudadano de a pie, sin contar con que cuentan con los medios y la capacidad de convocatoria para hacer denuncias.
Un caso similar a lo que estaría ocurriendo con la moción de censura es lo sucedido con la figura de la revocatoria de mandato, que nació con la intención de hacer valer los derechos de los electores en caso de que un mandatario regional no cumpla con sus promesas de campaña, pero que poco a poco se ha convertido en un mecanismo netamente político, pues muchas veces el funcionario no lleva ni un año en su cargo cuando ya se está pensando en revocarlo.
Poderosa herramienta
No obstante, a pesar de que los legisladores tienen varias herramientas a la mano para ejercer control al Gobierno, está claro que la moción de censura es una de las herramientas más poderosas y que los ministros más se toman enserio.
“La moción de censura lleva los debates de control político un paso más allá, al obligar a los funcionarios a explicar seriamente sus acciones porque saben que el debate podría desembocar en su despido, aunque la probabilidad sea mínima”, señaló el investigador y analista de la Universidad del Rosario Yann Basset, en un artículo para Razón Pública.
Adicionalmente, esta figura no solo compromete al Gobierno, sino que obliga a los congresistas a asumir posiciones de cara a los electores en casos que tienen mucho eco entre la opinión pública.
“Esperar que se remuevan muchos ministros genera inestabilidad, puede generar ingobernabilidad si a un presidente le tumban a sus ministros todos los meses, pero el hecho de que un funcionario vaya y explique su actuación y se haga pública información que antes no se conocía, eso ya es ganancia para la democracia”, dice Felipe Botero.
Esta herramienta, si bien no ha prosperado en el sentido estricto en ninguna oportunidad, sí ha dejado en algunas ocasiones un efecto colateral: la renuncia del ministro que está siendo sometido a moción de censura.
“En los casos en que la moción estuvo más cerca de prosperar, los ministros renunciaron y los presidentes hicieron uso de su facultad para nombrar reemplazos. Fueron mociones frustradas, aunque sirvieron de presión para que algunos ministros renunciaran a sus cargos”, señaló Duque Daza.
Lo anterior fue lo que ocurrió con el exministro Guillermo Botero, quien al percibir que había perdido las mayorías prefirió renunciar a tener que someterse a la votación de moción de censura.
A parte del caso de Botero, en otras tres oportunidades, los ministros renunciaron antes de someterse a la moción de censura: en el gobierno de Andrés Pastrana, el ministro del Interior, Néstor Humberto Martínez, fue cuestionado y renunció en el año 2000 ante la posible votación en su contra; en el primer gobierno de Álvaro Uribe, el ministro del Interior y de Justicia, Fernando Londoño, también renunció antes de una moción en su contra en 2003, y en el gobierno de Juan Manuel Santos, el ministro de Transporte, Germán Cardona, también renunció en medio de una moción en su contra en 2012.
Para evitar estas situaciones –que los ministros renuncien antes de darse la votación de la moción–, el representante César Lorduy promueve un proyecto para que los funcionarios llevados a debate de moción de censura no puedan renunciar antes de la votación de este mecanismo. La idea es que si el ministro renuncia, esta se le acepte posteriormente.
“Con esta iniciativa se supedita la aceptación de la renuncia por parte del nominador, hasta tanto la moción sea votada por los integrantes de la Cámara que la haya propuesto. Así las cosas, si la moción es aprobada, el funcionario quedará separado de su cargo con ocasión a la misma, mas no por haber renunciado, y de ser rechazada la moción de censura, entonces procederá el nominador a decidir sobre la renuncia”, indica el texto del proyecto.
Ministros salen fortalecidos
Un hecho llamativo que han dejado los más recientes debates de moción de censura que se han hecho en el país es que, curiosamente, los ministros salen fortalecidos políticamente.
Así ocurrió recientemente con el ministro de Defensa, Diego Molano, quien recibió el respaldo de una abrumadora mayoría en los dos debates que enfrentó en mayo de este año.
Si bien los debates de moción de censura sirvieron para poner en evidencia denuncias sobre casos de abuso policial en el marco de las protestas, a manera de constancia histórica, también dejaron a un ministro de Defensa fortalecido y con un mayor respaldo al Gobierno frente a la forma en la que ha manejado las manifestaciones.
Adicionalmente, si bien la coalición de gobierno no es la más sólida, quedó comprobado que la mayor representación que se le ha ido otorgando a algunos partidos ha permitido que la istración del presidente Iván Duque obtenga el respaldo de las mayorías en momentos claves.
Carlos Holmes Trujillo García (q. e. p. d.), el antecesor de Molano, también superó con éxito dos mociones de censura en Cámara y Senado también en un momento crítico, tras los hechos del 9 de septiembre del año pasado, en los que murieron civiles al parecer por armas disparadas por policías.
En esta decisión también jugó el hecho político de que los sectores conservadores y de centro, como es el caso de Cambio Radical, que no necesariamente apoyan al gobierno Duque, no están dispuestos a entregarle en bandeja la cabeza de un ministro tan estratégico como el de Defensa a la oposición.
Esto demuestra que, más allá de las implicaciones que pueda tener una moción de censura para un ministro, detrás de esto hay sobre todo un juego político.
JAVIER FORERO ORTIZ
Redacción Política