Expresidentes se unen y le dicen ‘No’ a una constituyente a través del Acuerdo de Paz

Este domingo, el expresidente Juan Manuel Santos (2010-2018) aseguró: “Usar el Acuerdo de Paz con las Farc para convocar una constituyente es un absurdo, esa fue precisamente una de las líneas rojas que mantuvimos en la negociación. La teoría de que el Acuerdo puede modificar las partes contratantes tampoco tiene asidero jurídico porque en los acuerdos especiales presuponen que el conflicto entre las partes continúa y ese no fue el caso entre el Estado y las Farc”.

Santos, además, aseguró en un video que puso en sus redes sociales que: “La Asamblea Constituyente sólo se puede convocar usando los procedimientos que establece la Constitución, cualquier intento de hacerlo por otras vías se enfrentaría con el poder legislativo, judicial, las Fuerzas Armadas y con la gran mayoría de colombianos”.

“Invito al Gobierno a concentrarse en resolver los crecientes problemas que aquejan a la población; una de las formas es implementar el acuerdo de paz que no requiere ni constituyente, ni acuerdos especiales sino voluntad política y capacidad para traducir las intenciones en realidades”, agregó el premio Nobel de la Paz.

Mientras que el expresidente Iván Duque (2018-2022) aseguró: “Buscan una Constituyente sin seguir los procedimientos constitucionales, con el fin de perpetuarse en el poder, utilizando como pretexto el Acuerdo con las Farc o un eventual contrato por adhesión a las pretensiones del Eln”.

“El Presidente debe cumplir su mandato hasta el 7 de agosto de 2026, ni un día más ni un día menos. Cualquier intento de violar la Constitución debe ser respondido con firmeza por toda la institucionalidad. El país unido rechazará cualquier intento de romper con la legalidad”.

Hace unos días, el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010) había dicho: “Todo el ejercicio popular, el derecho pueblo del constituyente primario, todas las expresiones de democracia participativa, la constituyen la convocatoria de la Asamblea Constituyente, el plebiscito, el referendo, la consulta, todo eso está rigurosamente reglamentado en la Constitución, no puede el presidente Petro inventarse un mecanismo diferente para convocar una Asamblea Constituyente, eso sería un golpe de Estado”.

También el expresidente Andrés Pastrana Arango (1994-1998) se había expresado en contra de una constituyente al firmar una declaración de la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA) –que también apoyó Duque- en la que dice:

“Constatando el anuncio realizado por el presidente de Colombia, Gustavo Petro, en cuanto a convocar una asamblea constituyente alegando que sus planes de gobierno no alcanza a concretarlos por vía del parlamentarismo democrático y el respeto al principio de la separación de poderes en un Estado constitucional de Derecho, alertan sobre la deriva autoritaria que pudiera significar tal planteamiento, a la luz de las experiencias del socialismo del siglo XXI en Venezuela (1999), Bolivia (2006) y Ecuador (2007, 2008)”.

De todos los expresidentes, Samper es, sin embargo, el único que sí está de acuerdo con una reforma a la Carta pero por otra vía: “Queda el camino de hacerlo a través de un Acuerdo Nacional, como el que ha propuesto el mismo presidente Gustavo Petro, en el cual los partidos políticos representados en el Congreso convengan los puntos clave de una reforma constitucional que alcanzaría a tramitarse -inclusive en dos sesiones legislativas distintas- antes de terminar el mandato del presidente”.

Así Samper se muestra más cercano al ideario del presidente Petro mientras que los demás expresidentes ponen un dique insalvable. El problema a esto es cómo hacerlo cuando la realidad política muestra que hoy el presidente Petro no tiene una fuerza parlamentaria mayoritaria en el Legislativo, un espacio que, además, está tocado por los escándalos de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, UNGRD, y que hoy tienen mayor atención por las últimas declaraciones de su exdirector Olmedo López. 
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Alfonso López Michelsen, quien fue presidente entre 1974 y 1978, solía decir que los expresidentes son como los muebles viejos que estorban y que nadie sabe dónde ponerlos.

Esto puede ser cierto, pero también es verdad que tienen una audiencia política que no es marginal. En el caso de Uribe, por ejemplo, se sabe que es una figura política de enorme peso, con un partido político organizado y bien articulado, el Centro Democrático, que seguro aprovechará esta nueva coyuntura para hacerse oír en particular de cara a una campaña electoral.

Es posible que en la Casa de Nariño las recientes y sonoras opiniones de los expresidentes sean miradas con desdén. No deja, en todo caso, de ser llamativo que entre figuras con idearios tan distintos y con diferencias personales insalvables, haya una sintonía para rechazar la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente cuyo punto de partida sea el Acuerdo de Paz de la Habana.

Un origen que, como han dicho quienes dirigieron el equipo negociador que estuvo en La Habana a nombre del Estado, no tiene sentido.

“Está sobre el tapete la tesis de que en el acuerdo de paz con las extintas Farc quedó convenida la posibilidad de una Asamblea Constituyente. Esa es una tesis absolutamente equivocada”, dijo el ahora senador Humberto de la Calle Lombana (Independiente) y quien fuera el jefe del equipo negociador.

“Tengo que declararle a los colombianos que no es cierto que en lo acordado esté implícita la utilización para buscar una constituyente y menos aún de que las partes se ponen de acuerdo, por fuera de la legalidad colombiana, a través del consejo de seguridad o de otras ideas un poco descabelladas, e impone una constituyente por fuera de las normas constitucionales”, afirmó de La Calle.

“Yo escribí la introducción del Acuerdo Final, de la que es parte ese párrafo, y le digo que no tiene absolutamente nada que ver con una constituyente. La idea era promover un acuerdo nacional para tratar los temas que desbordaban el marco del Acuerdo y que iban a ser necesarios en una transición a la paz”, dijo, por su parte, Sergio Jaramillo, exalto comisionado de Paz. Pero nada más. Menos un hecho de una dimensión con tan vastos efectos como una constituyente.

Habrá que ver cuál es la reacción del presidente Petro frente a este nuevo escenario político. Hasta el fin de semana pasado, en su visita a Popayán, el jefe del Estado había dicho que “a través de las altas partes contratantes se podría citar a una Asamblea Nacional Constituyente, tiene esa fuerza”, en referencia al Acuerdo Final de Paz firmado con las Farc en 2016. 

“Es inédito que expresidentes que profesan posiciones políticas diversas e incluso opuestas, se hayan manifestado al unísono en contra de la idea de que los acuerdos de La Habana contienen una cláusula que daría pie para una constituyente”, dice el analista político Gabriel Cifuentes.
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Para este experto no solo este “nuevo bloque de expresidentes” abre un escenario político sorprendente, sino que se da por esa tesis de poner al Acuerdo de Paz como excusa para reformar la Constitución, una idea que, dice Cifuentes, “desde un punto de vista eminentemente jurídico, no tiene ningún sustento legal”.

“Ni siquiera en una interpretación laxa de lo acordado, se podría inferir que al hablar de un Acuerdo Nacional se está haciendo referencia a la posibilidad de una constituyente. En este sentido se han manifestado los mismos negociadores, quienes advierten que justamente ese punto fue tachado como línea roja y descartado por ambas partes”, subraya Cifuentes.

“El mismo expresidente Santos, que hasta ahora le ha rendido honor a su palabra de no inmiscuirse en los asuntos políticos de sus sucesores -no lo hizo ni siquiera ante los ataques directos y frontales de Duque- salió a desestimar esta interpretación, que no sólo es desacertada, sino que podría poner en riesgo el mismo andamiaje del proceso de paz”, añade Cifuentes.

El también analista político Pedro Viveros, destaca, por su parte, que “todos los expresidentes mencionados gobernaron con la legitimidad de la Constitución de 1991. Incluso uno como Uribe que mediante mecanismos constitucionales cambió el “articulito” para permitir la funesta reelección, pero lo hizo sin romper la Ley Superior en materia política. O Samper, quien a pesar de la crisis del 8.000 nunca pensó, que para superar esas denuncias de los dineros calientes, había que cambiar la Carta de Navegación política del país”.

Para Viveros la conclusión es clara: “Este ‘bloque pasajero’ de expresidentes ratifican que el problema no está en reformar o convocar una constituyente para cambiar la “cancha constitucional” colombiana, lo que le están insinuando al presidente Petro es que gobierne y haga sus reformas utilizando la vigente Constitución Política de Colombia”

Mientras que Cifuentes dice que “al margen de sus diferencias, lo que los expresidentes han hecho al rechazar esta idea es dar muestra de esa mínima dosis de sensatez que se exige y demostrar algo que nada tiene que ver con sus posturas y diferencias políticas: la simple y básica interpretación de un texto que no deja espacio para ningún tipo de dudas”.

“Ahora bien, más allá de las reacciones, lo que preocupa en el fondo es que este sea un nuevo globo. Que ponga sobre la mesa, otra vez, el tema de la constituyente donde las posiciones no pueden, sino ser opuestas y generar un debate y una polarización innecesaria. Un debate que impide poner el foco a otros temas de mayor gravedad y trascendencia, como la crítica situación de orden público, los escándalos de corrupción y la crisis del sector salud. Nuevamente, el Gobierno Nacional nos ha puesto a todos a bailar su propio tango”, finaliza Cifuentes.

 ARMANDO NEIRA, EDITOR DE POLÍTICA DE EL TIEMPO