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‘Tiempo se agota para apoyo de la opinión a la negociación’: Álvaro Tirado Mejía
El historiador analiza la posición del Gobierno a la luz de los resultados de las elecciones.
El analista Álvaro Tirado Mejía es historiador, politólogo, economista y académico. Foto: Archivo EL TIEMPO
El historiador, académico y humanista Álvaro Tirado Mejía sostiene que el Gobierno no ha logrado concretar la acción estatal y que la gente ya se ha dado cuenta, lo cual ha producido un desgaste del Presidente. Al igual que la situación de orden público, que ha llevado a muchos a pensar que esto se puede desbocar.
Doctor Álvaro Tirado, pues lo he buscado para que con su autoridad nos haga un balance de las elecciones del 29 de octubre. No solo como historiador y académico, sino con la de haber sido el único colombiano presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. ¿Eso, por cierto, en qué año fue?
En 1995. Estuve dos períodos en la Comisión, y tres en la Comisión de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas.
En estos momentos de su vida usted es un observador, y de los más valiosos que tiene el país; no está afiliado a ningún partido político, ni tiene intereses políticos personales, es la persona perfecta para analizar qué repercusiones tendrán estas elecciones que acaban de pasar…
Bueno, efectivamente, no tengo compromisos políticos y no pertenezco a ningún partido o grupo. Soy, sí, un observador. Pero como decía algún escritor francés, un observador interesado, por supuesto, en relación con lo que pasa en el país.
Álvaro Tirado Mejía (1940) es abogado, profesor universitario, diplomático, historiador, escritor politólogo y economista paisa. Foto:Archivo EL TIEMPO
Pasó lo siguiente: fueron unas elecciones nacionales, pero compartimentadas, de acuerdo con la situación del país regional. Un cúmulo de elecciones en un acto del mismo día… El resultado, para muchos, era predecible. ¿Por qué? Porque el Gobierno central tiene un desgaste que ha ido creciendo. Y, segundo, porque después de un año, y en la medida en que no se concreta la acción estatal central, han vuelto a aparecer fuerzas, muchas de ellas que estaban, digamos, adormecidas. Y aparecieron con nombre propio, con acción propia, en el panorama electoral del país.
Pero, según las circunstancias regionales, hubo resultados muy distintos…
Así fue. Por ejemplo, una cosa es el Valle y muy específicamente Cali, donde el principal resultado fue el fracaso del proyecto de alcaldía a nombre de las nuevas fuerzas. También creo que incidió mucho, en ese caso y en otros, el recuerdo de esos levantamientos que hubo hace dos o tres años, que ahora están volviendo a aparecer en el imaginario y en la visión de la gente, debido al crecimiento de la violencia en el país. Otra cosa, por ejemplo, es lo que pasó en Barranquilla, que estaba cantado, donde hay un régimen muy sui generis. O en Medellín, donde el alcalde de la ciudad tenía un tremendo desprestigio.
Y otra es Bogotá…
Donde, primero, el Gobierno no pudo presentar un fuerte candidato; el señor Bolívar hizo lo que pudo, pero realmente dentro de las mismas fuerzas que apoyan al Presidente hubo desunión. Pero tampoco se puede negar que se presentaron candidatos excelentes, jóvenes, gente no contaminada, como Galán y Oviedo. El país cada vez quiere más nuevas caras, no las de los representantes de la vieja política. En tercer lugar, estos candidatos hicieron una campaña sumamente importante.
¿Cuánto incidió la divergencia entre Presidente y Alcaldesa?
Esa divergencia, que al final se convirtió en controversia dura entre la alcaldesa y el Presidente de la República, tuvo su incidencia muy grande. Es indudable que detrás de la alcaldesa de Bogotá hay una fuerza importante de opinión, con una característica: tanto alcaldesa como presidente tienen, digamos, la misma procedencia ideológica. Lo interesante es que terminaron separándose. E influyó también la campaña, y lo digo claramente, descarada, del Presidente de la República, por su candidato en Bogotá.
¿Cree que ese divorcio influyó claramente en el triunfo de Galán y la derrota de Bolívar?
Claro, porque en las circunstancias de hace cinco años esas fuerzas unidas habrían acompañado al candidato del Presidente, y en este momento no lo hicieron. También medió el problema del metro en Bogotá. Realmente la gente se sintió manipulada, y sobre todo las actitudes del Presidente fueron soberbias, incluso por la misma manera gramatical: “Yo pongo la plata si se cambia el trazado”. Eso molestó profundamente a la ciudadanía.
‘Pongo la plata’ (que es dinero público, es nuestro, no de él), pero si hacen lo que a mí se me da la gana…
Exactamente. Haciendo una digresión, se ha vuelto común entre ciertos gobernantes utilizar términos apropiativos. Cuando un funcionario dice: “yo puse”, “yo di”, son en realidad dineros del Estado, de los contribuyentes. Y también ha pasado, por ejemplo, como en la alcaldía de Medellín, que la señora del alcalde decía “hemos hecho”. Con todo respeto, la o el cónyuge de un funcionario no es funcionario público. Hay una desvirtuación del lenguaje.
¿Qué efectos tendrán estos resultados en el actual gobierno, los cuales, evidentemente, por más mapas que coloree el Presidente, le fueron adversos?
Para él es un tropiezo bastante grande con la opinión pública, nacional e internacional. Basta ver los reportes de prensa sobre la fortaleza del gobierno del presidente Petro. No hay ninguno que diga que el Presidente ganó. Y, en segundo lugar, quedan una serie de funcionarios muy importantes, gobernadores, y especialmente alcaldes de las grandes ciudades y de las medianas, cuyos municipios realmente tienen ingresos muy altos, por ejemplo, Medellín o Bogotá, que aunque ciertamente necesitan una acción concorde con el Estado central, realmente pueden disponer de independencia para sus obras. Va a ser difícil concertar políticas de acuerdo, y muy probablemente tampoco un acuerdo de tipo nacional.
En su corto discurso electoral, el presidente Petro simplemente convocó a gobernadores y alcaldes a articular sus propuestas con las del Gobierno Nacional. ¿Qué tan viable lo ve?
Depende de una cosa muy sencilla: de que haya voluntad. Un acuerdo nacional no consiste en adherir a lo que diga o piense el Presidente, eso no sería un acuerdo, sino una adhesión.
En las grandes capitales fueron elegidos candidatos que no comparten su programa de gobierno, para no decir que hasta son enemigos. Y quedan tres años de gobierno...
Yo creo que la jugada está en manos del Presidente.
Y él humilde no es, para comenzar…
Lo sé, pero es que no solamente se trata de humildad. El presidente Petro tendrá que tener en cuenta no solamente estas elecciones, sino que está en un momento de debilidad. Hay una situación económica muy negativa para la población, una inflación que no se ha podido bajar, a pesar, y debo reconocerlo, de esfuerzos como el del ministro de Hacienda, que me parece persona seria. Pero es que la inflación golpea a la población más pobre y la población está desesperada. La situación de orden público también nos está desbordando, no es sino mirar la prensa, mirar lo que denuncia el Fiscal, lo que denuncia la Procuraduría, lo que denuncian los medios. Y, sobre todo, hay una incertidumbre sobre el desenlace, porque realmente la gente está pensando que la situación no solamente es grave, sino que se va a desbocar.
En su brevísimo discurso electoral, el Presidente dio un parte del orden público como si él viviera en Marte y Colombia quedara en Júpiter. Dijo que no hubo problemas de orden público, cuando se reportaron 40 incidentes graves…
Gustavo Petro, presidente de Colombia. Foto:Presidencia
Así es. De suerte que empieza a haber como la sensación de que esto se está saliendo de las manos. Esa misma situación también está llevando a cosas que son muy interesantes, que apenas se inician, pero cuyos efectos políticos, para el Presidente, tendrían unas consecuencias graves. Y es que en ciertos sectores muy significativos que lo acompañaron ya empieza a haber roces.
Miremos ejemplos: por ejemplo, Fecode, que ya empieza a mostrar sus interrogantes sobre posible corrupción en el manejo de su sistema de salud. Otro ejemplo, los taxistas. Que tradicionalmente hacían sus peticiones a las alcaldías y ahora las hacen contra el Gobierno, porque no se les ha cumplido lo que les ofreció para calmarlos, como el hasta ahora poco claro asunto de los subsidios. También se ven columnistas de prensa, o lo ve en medios universitarios y en muchas otras partes, personas que votaron por el presidente Petro, con un perfil de centroizquierda, incluso de izquierda, que se le están alejando, que ya son críticos.
Mire otra cuestión muy interesante; cómo la USO, que no es cualquier cosa, es el primer sindicato de este país, con unas directivas realmente formadas; es más, si existe Ecopetrol, en gran parte es por la USO. Hoy está en desacuerdo con muchas de las políticas energéticas del Gobierno. Y le cito otro ejemplo: la JEP, organismo independiente, creado por los acuerdos de paz de La Habana, con mucho apoyo en el país, anda furiosa por esa intervención descarada del canciller de la República ante el Consejo de Seguridad de la ONU y luego la intención de que este tribunal independiente sea dirigido de cierta manera por el Presidente de la República.
Y a todo eso le podemos sumar el enredo internacional por el manejo de las relaciones diplomáticas de Colombia…
Y no porque el Presidente de la República apoye a los palestinos, muchos los apoyamos y Naciones Unidas lo viene haciendo desde hace muchos años; sino porque, como sí lo hicieron otros gobiernos, inclusive de izquierda, como Chile o Brasil, claramente protestaron contra ese infame acto de asesinar campesinos en los kibutz, familias judías, mientras el Gobierno colombiano se quedó callado. Eso se hincha, como se dice coloquialmente.
Pero no se quedó callado, apoyó el ataque…
Es que son dos cosas distintas. Una es lo de los derechos de los palestinos, otra, el derecho que tiene Israel a defenderse, pero siempre bajo los parámetros del derecho internacional humanitario. Lo que sí es cierto es que nunca un acto como el que cometió Hamás contra la población judía, niños, población civil desarmada, puede ser aceptable y no ser condenado. Ese tipo de situaciones hace que al momento en que se presentan estas elecciones, sea un campanazo para el presidente Petro sobre cuál es el sentido de hacia dónde vamos.
Que para ser sinceros, está lejos de estar políticamente acabado…
No lo está, ni electoralmente, porque aunque a sus seguidores les fue bastante mal, pero no quedaron acabados; el Presidente de Colombia tiene mucho manejo, en la medida en que tiene mucho presupuesto, dinero y mucho poder, en un país presidencialista y centralista. Es decir, mucho juego. Cuenta con un espacio político, sobre todo teniendo en cuenta la fragilidad de los principios de muchos parlamentarios, de suerte que allí puede manejar muchas cosas.
¿Pero la situación no lo debe poner a reflexionar, en todo caso?
Sí tiene que pensar en cuál es el rumbo que le va a dar el país. Hasta ahora, en cierta manera, la ejecución del gobierno del presidente Petro no ha empezado. Hasta el momento ha habido ideas, muchas inclusive interesantes, mucha retórica, mucho viaje, y poco nombramiento de gente acertada, y, sobre todo, muy tardíos, como, por ejemplo, el de Invima, cuando después de un año este país está en ayuno de medicamentos.
Entonces, el Presidente deberá tomar una posición: o trabaja con su núcleo nada más, respetable pero minoritario. Cuenta con un 20, 25, 30, 35 por ciento de seguidores. Pero el resto de los colombianos tienen sus opiniones, que a veces acompañarán al Presidente, pero es un poco abusivo decir que se actúa a nombre de Colombia, y que se gobierna de acuerdo con el apoyo a los programas de su partido. Entre otras cosas, creo que ni el 1 por ciento de la gente lee el programa antes de votar. Por otro lado, puede hacer acuerdos, buscar apoyos, pero, sobre todo, realizar. Realmente esos discursos hablando de las estrellas y todas esas cosas poco llenan ese efecto práctico de sentir un gobierno que sí está ejecutando y el país se da cuenta de ello. Que no le vaya a pasar lo que está en la memoria de los colombianos, sobre un personaje muy simpático: el doctor Guillermo León Valencia, que era un gran orador, ¡pero qué mal gobierno!
Y, para terminar, este fin de semana se supo que el Comando Central de las Farc de ‘Iván Mordisco’ decidió suspender los diálogos con el Gobierno. ¿Qué tal?
El proceso de paz está en un mal momento. El Eln, a pesar de lo acordado y en contra de la establecido por el derecho interno y por el derecho internacional humanitario, sigue secuestrando, y este otro grupo que toma el nombre de Farc pretende suplantar a las Fuerzas Armadas del Estado en el control del territorio. El tiempo se está agotando para el apoyo de la opinión a la negociación.